Descripción: Tras el accidente de su hija, Cristina guarda un enorme rencor. Pero alguien le mostrará lo importante que es perdonar para ser felices.
Personajes: Cristina, Diana, Alberto, Padre Tomás
PRIMER ACTO
Cristina, una mujer madura y vestida elegantemente, se encuentra en una habitación de hospital cuidando a su hija, Diana. La adolescente se encuentra postrada en la cama, conectada a varios aparatos.
Cristina: Diana, hija mía, tienes que despertar… ¿no ves que me siento muy sola sin ti? Maldito el día en que te dejé ir a esa fiesta. Si te hubieras quedado en casa, aún estarías bien, conmigo.
Un joven con muletas entra en escena, tímidamente. Cristina lo fulmina con la mirada.
Cristina: ¿Qué haces aquí? ¡Largo!
Alberto: Señora, por favor, permita que vea a Diana. Yo estoy muy arrepentido por lo que sucedió y estoy pagando las consecuencias…
Cristina: ¿Arrepentido? Alberto, ningún castigo será suficiente para que pagues por lo que le hiciste a mi hija. Nada te detuvo al convencerla de entrar en ese coche, mientras bebías y celebrabas. Quien debió quedarse en coma eres tú, ¡no ella!
Alberto baja la mirada, avergonzado.
Cristina: ¡Ahora vete! No quiero verte cerca de mi hija, ¿me oyes?
Alberto sale de escena, muy triste.
SEGUNDO ACTO
Cristina se encuentra rezando en voz baja junto a su hija, cuando entra un hombre vestido con alzacuellos.
Padre Tomás: ¿Se puede?
Cristina: Padre Tomás, que bueno que ha venido.
Padre Tomás: ¿Cómo estás hija? ¿Cómo sigue Diana?
Cristina: Mal, padre. He rezado día y noche pero parece que nunca va a despertar. Y todo por culpa de ese chico irresponsable… ¿qué estoy haciendo mal? ¿Por qué Dios se ensaña así conmigo?
Padre Tomás: Dios no se ensaña con nadie, somos nosotros quienes lo hacemos. Cristina, ¿sabes cuál era una de las más importantes enseñanzas de Jesús?
Cristina: Ay padre, ahorita yo no estoy para esas cosas. Mire a mi hija…
El padre le toma una mano.
Padre Tomás: Perdonar. Debes aprender a perdonar y a dejar ir todo ese resentimiento que envenena tu alma. Una vez que lo hagas, serás libre.
Cristina: Yo no sé si pueda, padre, No sé si pueda.
Padre Tomás: Estoy seguro de que harás lo correcto. Vamos a rezar por tu hija.
Ambos oran en silencio y de pie, junto a la cama de Diana.
TERCER ACTO
Alberto entra en la habitación de Diana. Su madre está junto a ella, llorando por lo bajo. La sigue acompañando el padre Tomás.
Alberto: Señora Cristina… ya sé que no soy bienvenido aquí. Peor necesitaba decirle una vez más que lo siento.
Cristina (suspirando): Lo sé, Alberto. He tenido tiempo para pensar en esto… y quiero que sepas que te perdono.
Alberto: ¿De verdad?
Cristina: Sí, no sirve de nada odiar, ¿sabes? Eso no me devolverá a mi hija.
Alberto: No sabe cuanto lo siento. Pero estoy seguro de que Diana agradece que esté a su lado, es usted una buen madre, señora.
Diana abre sus ojos lentamente.
Diana: ¿Mamá?
Cristina: ¡Hija mía! ¡Al fin despiertas!
Cristiana la abraza con suavidad y llora por lo bajo.
Padre Tomás: No cabe duda que el perdón es capaz de producir milagros.
FIN
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