Descripción: Matías llega a robar a la casa de una vieja anciana, pero su asalto terminará convirtiéndose en el episodio más jocoso y vergonzoso para él.
Personajes: Matías, sra. Saenz
PRIMER ACTO
Matías entra por la ventana de una casa que se ve muy lujosa. Lleva un pasamontañas en la cabeza y un saco en la mano. De pronto se ve sorprendido por una anciana mujer, que parece venir de la cocina por qué tiene un plato con un emparedado en sus manos.
Sra. Saenz (enojada): ¿Quién eres tú? ¿Qué haces en mi casa?
Matías (nervioso): ¡Eh, no se mueva! ¡Esto es un asalto! (Saca una pistola de juguete) ¡Quédese quieta!
Sra. Saenz: Hum, estos jóvenes de ahora, hasta los ladrones de mis tiempos tenían más clase. ¡Al menos hubieras tocado la puerta! (Se dirige hacia él).
Matías: ¡Le he dicho que no se mueva!
Sra. Saenz: ¡A mí me hablas con más respeto, jovencito! ¡Qué soy la viuda de Saenz, una mujer respetable! ¡Mira nada más estas fachas! (Lo agarra del cuello de la camisa). ¡A mí ningún mozalbete mal vestido va a venir a asaltarme! ¡Trae acá! (Le quita la pistola y la bota en un sillón). Nada hago mejor que vestir a un muchacho decentemente.
La anciana lo agarra de la oreja y empieza a caminar fuera del escenario.
Matías: ¡¿Pero qué hace, señora?! ¡Déjeme!
Sra. Saenz: Ya me lo agradecerás.
SEGUNDO ACTO
Matías aparece en la cocina con el pasamontañas puesto, pero ahora en vez de su ropa normal, también trae puesto un traje ridículo de marinerito. Luce apenado.
Sra. Saenz: ¡Así me gusta! Ahora pareces un ladrón decente. Y que bueno que estás aquí, ya me hacía falta la ayuda de un hombre en casa.
Matías: Señora, déjeme irme a casa. Mire, si quiere denúncieme, pero devuélvame mi ropa y deje que me vaya.
Sra. Saenz: ¡No, no, no, no! No puedes irte así nada más, que estoy muy sola y hay mucho que hacer aquí. Empieza por limpiar la cocina. (Le pasa un cubo y un trapeador).
Matías: Pe-pero…
Sra Saenz: ¡Rápido! ¡O te pongo también el sombrero de marinerito!
Matías comienza a trapear con rapidez.
TERCER ACTO
Se ve a la señora Saenz sentada frente al televisor. De repente llega Matías, cansado, sosteniendo una escoba, un recogedor, el trapeador y con un delantal.
Matías: He terminado de limpiar toda su casa, señora.
Sra. Saenz: Muy bien, veo que no eres tan lento después de todo.
Matías: ¿Me devuelve mi ropa y mi pistola? Ya he hecho todo lo que me ha pedido.
Sra Saenz: ¡No!
Matías: ¡Pero señora, por favor! ¡Tenga compasión! Ni siquiera he tomado nada de su casa.
Sra. Saenz: Por qué yo no te dejé, eres el peor ladrón que he visto en mi vida.
Matías: ¡Lo sé! ¿Qué tengo que hacer para que me deje en paz?
Sra. Saenz (sonriendo maliciosamente): Bueno… si me acompañas un momento a mi habitación, te lo voy a decir.
Matías: ¿Qué? E-espere…
Sra. Saenz: Venga, no te hagas del rogar. Que yo sé que no solo viniste por dinero.
La vieja lo agarra del brazo y lo conduce fuera de escena, mientras Matías se resiste nerviosamente.
FIN
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