Descripción: Mateo quiere decirle a su mejor amiga que está enamorado de ella, ¿logrará confesarle su amor durante una caminata por el parque?
Personajes: Valeria, Mateo, Vendedor de helados
ACTO ÚNICO
Se abre el telón mostrando la hermosa escenografía de un parque primaveral. Hay también una banca y un farol en medio del escenario. Dos personas aparecen en escena, charlando. Son Valeria y Mateo. La primera ríe y mira hacia todos lados, distraída. El segundo se ve nervioso, pues de tanto en tanto juega con el cuello de su camisa y frota sus manos.
Valeria: Vamos a sentarnos, que quiero observar un rato el rato.
Mateo: ¡Sí, sí! Vamos. (Valeria se sienta y él, a sus espaldas, comienza a murmurar para sí mismo, haciendo gesticulaciones). Esta es la buena Mateo, hoy se lo dices sí o sí.
Valeria: ¿Vienes a sentarte?
Mateo: ¡Sí, sí! (Se sienta junto a ella, temblando).
Valeria: Que día tan bonito que está haciendo hoy, que bueno que me invitaste a caminar por aquí.
Mateo: ¿Verdad? Es que mira, yo tenía una cosa importante que decirte.
Valeria: ¿Ah sí? ¿Y de qué se trata?
Mateo: Pues sí, es que… es que es algo que no me podía callar más, ¿sabes? Digo, tú y yo hemos sido amigos tanto tiempo, y ya ves que luego uno no quiere confundir las cosas, y bueno…
Un hombre entra en escena, llevando un carrito de helados.
Vendedor: ¡Helados, helados! Lleve sus helados.
Valeria: ¡Ay, se me entojó uno! Con el calor que hace.
Mateo: Sí, yo te lo compro, ya sé cual te gusta. (Dirigiéndose al vendedor). Me da uno de chocolate y otro de vainilla, por favor.
Vendedor: Uy joven, solo tengo de limón.
Mateo: Vale pues, dos conos de limón.
Vendedor: No tengo conos, solamente vasos.
Mateo (exasperado): Bueno, ¡pues en vaso! Deme lo que tenga, hombre.
Vendedor: Pero no se moleste joven, que su novia va a pensar que es usted de cuidado.
Mateo: No es mi novia… aún.
Vendedor: Ah, hombre con suerte, se va a declarar. Mire nada más que pillo.
Mateo: ¿Me puede dar los helados ya, por favor?
Vendedor: Perdón, solo quería hacer más amena la plática.
El vendedor le sirve los dos helados. Mateo le paga y él se aleja, despidiéndose con la mano.
Vendedor: ¡Suerte con la confesión!
Mateo se tropieza al sobresaltarse por el grito del hombre y tira los helados.
Mateo: ¡No! ¡Maldita sea! ¡Oiga, vuelva aquí!
Valeria: ¿Confesión? ¿De qué confesión estaba hablando ese hombre?
Mateo: ¡Maldición, soy un tonto! Prácticamente le pagué a ese metomentodo por nada. ¡Tonto, tonto!
Valeria (riendo): Pero Mateo, ¿qué te pasa? Si solo son helados. Si quieres, cuando el vendedor vuelva a dar una vuelta invito yo.
Mateo: ¡No! Así no tenían que ser las cosas, se suponía que iba a ser perfecto.
Valeria: ¿El qué?
Mateo (nervioso): Pues… este… este… decirte que…
Valeria: ¿Que te gusto desde hace mucho tiempo y que te gustaría que seamos novios?
Mateo: ¿C-cómo… cómo dices?
Valeria se levanta riendo y lo abraza.
Valeria: Sí eres un tonto, ¿crees que no me había dado cuenta? Pero está bien, acepto. Tú también me gustas.
Lo besa y el telón se cierra.
FIN
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