Aladino
Había una vez una viuda, la cual vivía con su hijo llamado Aladino. Un buen día, llegó a su casa un extranjero que parecía muy misterioso, llamó a Aladino y le dijo: “Necesito que me hagas un favor muy pequeño y como recompensa te dará una moneda de plata”.
Dado a que Aladino y su madre eran muy pobres, él aceptó sin mediar ninguna duda de aquel hombre, pues él solo pensó que con esta moneda podría cambiar sus vidas.
¿Qué tengo que hacer, señor? Preguntó Aladino. –Sígueme, dijo el hombre. Ambos se fueron a un bosque que quedaba cerca de la zona que a Aladino le parecía conocido, pues era ese bosque donde él solía jugar con sus compañeros.
El hombre le indicó a Aladino: -Necesito que entres por esta pequeña abertura y verás una cueva en la que verás una lámpara vieja de aceite. Lo que debes hacer es traerla y entregármela. Como verás esa abertura es tan pequeña que yo no puedo entrar, por eso te pido que tú lo hagas.
-Está bien, dijo Aladino, ya iré a buscarla para entregársela. Aladino siempre tenía la sensación de que la actitud más el tono de voz del extranjero era algo extraño y le inquietaba un poco, pero con todo y ello se atrevió a entrar en la abertura.
Se deslizó a través del orificio para así poder llegar al otro lado y pudo ver que en la parte interna del sitio se encontraba la lámpara de aceite, la cual estaba iluminando de manera muy débil pero a la vez, descubrió que dentro del mismo sitio había montañas de monedas de oro y piedras preciosas.
“Este señor está loco si solo piensa quedarse con la lámpara cuando hay oro dentro de esta pequeña mina” pero cuando se disponía a tomar la lámpara, apareció una voz incesante y tenebrosa que salía de la lámpara y le decía:
-¡Ven de prisa, sácame de esta lámpara! Pero por otro lado se escuchaba la voz del extranjero diciéndole al pequeño ¡Tráeme la lámpara” en tono de desesperación. ¡No te la daré hasta que no salga de este orificio! Le confirmó Aladino.
Pero el sujeto dentro de la lámpara sacó una mano para que Aladino le ayudara a salir, hasta que se escuchó un ruido estruendoso y con ello se cerró toda la gruta.
Aladino quedó solo en la parte de abajo en medio de la oscuridad sin posibilidad de salir de allí, o eso era lo que parecía.
Aladino sin más nada que hacer al respecto, comenzó a frotar la lámpara para limpiarla hasta que de repente salió el genio ¡Me has liberado! Gracias de verdad. Ahora dime ¿Qué deseas jovencillo? Te concederé 3 deseos.
-En primer lugar, quiero regresar a casa dijo Aladino. En un abrir y cerrar de ojos, apareció en su casa con la lámpara entre sus manos. Fue entonces cuando le contó a su madre lo que había pasado.
Volvió a aparecer el genio y le dijo: -Recuerda que tienes dos deseos más ¿Qué deseas? –Bueno genio, quiero una deliciosa comida acompañada de un rico postre para mi madre y para mi. Al instante apareció su deseo en la mesa. Comieron y bebieron hasta quedar plenos.
Y en mi 3er deseo, dijo Aladino quiero convertirme en un apuesto joven para conseguir a la mujer de mi vida. En segundos, su transformación fue visible y llegó a conseguir a la mujer que compartiría la vida con él. El genio le dijo: La bendigo a ella para que sea tu esposa y sean felices y fue así como Aladino encontró la felicidad a partir de una lámpara de aceite.
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