Descripción: Caín y Abel son dos hermanos que hacen una ofrenda a Dios. Pero el primero, al sentirse celoso de su hermano, decide cometer un espantoso crimen.
Personajes: Caín, Abel, Dios
PRIMER ACTO
Caín y Abel se encuentran en el campo. El primero se encarga de cultivar sus vegetales, mientras que el segundo cuida a sus ovejas.
Abel: Esta tarde deberíamos llevarle una ofrenda a Dios, hermano. Él ha sido muy generoso con nosotros.
Caín: ¿Generoso? ¿Cómo puede ser generoso alguien que nos obliga a trabajar? ¡Debería dejarnos vivir en el paraíso como hacían nuestros padres antes!
Abel: Y algún día lo hará, Caín. Tan solo debemos ser buenos. ¿Qué vas a llevarle como ofrenda? Yo le sacrificaré la mejor de mis ovejas. La he estado engordando lo suficiente para agradar al Señor.
Caín: ¡Tonterías! Le daré las hortalizas que me sobran. Contentarse con menos es poco.
Los hermanos siguen haciendo sus labores.
SEGUNDO ACTO
Abel está atizando una fogata donde yace el cuerpo de la más grande de sus ovejas. Se lo ve alegre y entusiasmado.
Abel: ¡Para ti, Señor! La mejor de mis ovejas. Espero que aceptes este humilde regalo que te doy de corazón.
Dios (voz fuera del escenario): Eres un hombre bueno, Abel. Y tu bondad habrá de ser recompensada en grande.
Caín, que va llegando con una canasta que tiene algunas hortalizas, se muestra enojado al escuchar aquello. Tira las verduras al suelo en un arranque de furia y las patea.
Caín (sarcástico): Ahí tienes, mi Señor. ¡Mis mejores verduras!
Dios: ¿Es eso lo que ha sobrado de tus cultivos? Veo con pesar que hay gran resentimiento en tu corazón, Caín. No es lo mezquino de tu ofrenda lo que me entristece, sino ver que no me amas con sinceridad, ni amas a tu hermano. Debes cambiar, Caín.
Caín le da la espalda a la voz y se dirige a Abel.
Caín: Acompáñame a dar un paseo, hermano. No quiero andar solo por el monte.
TERCER ACTO
Caín y Abel caminan el uno al lado del otro.
Abel: ¿Por qué fuiste tan grosero con Dios, hermano? Sabes que él solo nos pide amor incondicional. Le habría agradado tu regalo aunque fuera pequeño, si tan solo se lo hubieses ofrecido de corazón.
Caín (furioso): ¡Dios, Dios! ¡Siempre hablas de tu Dios! ¡Él te prefiere a ti solo por qué eres un hipócrita! Pero ya que lo amas tanto, te ayudaré a reunirte muy pronto con él.
Caín toma una piedra del suelo y golpea con ella a su hermano, tan fuerte, que Abel se desploma violentamente. Caín suelta la roca asustado.
Caín: ¿Abel? ¡Abel! (Su hermano no contesta). ¡Lo he matado! ¡¿Qué he hecho, Dios mío?!
Dios: ¡Caín! Has arrebatado la vida a la sangre de tu sangre, no intentes ocultarte ante mí. He visto en tu corazón y solo he encontrado odio y mezquindad. Tu hermano no merecía esto.
Caín se arrodilla desesperado.
Caín: ¡Perdóname, mi Señor!
Dios: No puedo dejar esta tragedia impune. Como cstigo, habrás de deambular por la tierra de ahora en adelante, mostrando tu verdadera naturaleza a los hombres sin encontrar sosiego. Y el suelo que toques con tus manos no ha de dar frutos.
Caín se queda llorando.
FIN
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