El día de Navidad por la noche salí de viaje para visitar a un amigo, cuando me percaté de que se estaba haciendo demasiado tarde. Mi amigo me llamó diciendo que estaba entusiasmado por la presencia de una vieja banda de rock, que tocaba en el pub de la ciudad. La agrupación estaba compuesta por un antiguo compañero suyo y su esposa, los cuales tocaban la guitarra juntos. esa noche, ambos se estarían hospedando en su casa.
Hacia allá me dirigí, aunque estaba muy cansado. Así que cuando entré, medio bromeando, les dije: «Me voy a dormir, si haces demasiado ruido, te diré que te vayas a la mierda». Aún recordaba la última vez que conviviendo con otro viejo compañero de banda, habían sido demasiado ruidosos y me habían mantenido despierto toda la noche.
Pensé que sería cortés saludar a la pareja antes de irme a la cama. Eran los viejos tipos de rockeros: cubiertos de tatuajes, vestidos de negro, usando gafas de sol en el interior. Charlamos un rato y me parecieron muy agradables y, bueno, normales. La mujer tenía un par de hijos adultos y el hombre parecía bastante amistoso e incluso hablaba un poco de inglés conmigo, (vivo en Finlandia pero el inglés es mi lengua materna). Al cabo de un rato me despedí y me fui a la cama.
A las cinco y media de la mañana me despertaron con gritos. Bajé a la sala de estar para ver qué estaba pasando y vi a mi amigo, sosteniendo un cuchillo ante la pareja mientras todos se gritaban los unos a los otros. Me las arreglé para decirles a todos que se calmaran y le quité el cuchillo. Debo mencionar que mi amigo tenía problemas de ira cuando tomaba bebidas fuertes y esa noche, había estado bebiendo coñac sin parar, (actualmente trata de mantenerse sobrio, después de recordar la experiencia de esa Navidad).
Siguieron discutiendo, pero como hablaban en finlandés y en una charla de borrachos, no pude entender muy bien todo. De pronto, comprendí como la esposa del rockero le decía algo a mi amigo:
—¿Cómo te sentirías si amenazara con un cuchillo a tu mujer?
En ese momento, sin saber quiénes eran, me pareció un consejo maternal con el que trataba de hacerle entender cómo sus acciones podían herir a otras personas. Ahora que lo pienso en retrospectiva, eso fue increíblemente escalofriante.
Toda la pelea terminó después de unos veinte minutos de perdón y abrazos, tras lo cual la pareja se marchó a casa. Y aquí viene lo verdaderamente macabro.
Mi amigo me confesó que, de hecho, estas personas eran en realidad asesinos. Habían estado en la cárcel por matar a un par de personas a sangre fría, años atrás. Y anoche los había hecho enfadar. Saber que estuve la noche de Navidad bajo el mismo techo que dos verdaderos homicidas, me sigue helando la sangre. Desde entonces, nunca más los he vuelto a ver.
Y ahora, cada vez que se acerca esta temporada, prefiero quedarme a salvo, en mi casa.
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