Descripción: Obra de teatro basada en una historia bíblica. Daniel, un hombre de fe, es acusado falsamente y condenado a morir devorado por leones.
Personajes: Daniel, Leones, Ángel, Rey Darío, Consejeros
PRIMER ACTO
En un salón secreto, los consejeros del rey Darío, soberano de Israel, se reúnen a hablar. Están todos vestidos con largas túnicas de colores y por sus ademanes y su manera de expresarse, se nota que tienen muy malas intenciones.
Consejero 1: ¿Ya vieron lo cercano que se ha vuelto el rey Darío a ese tal Daniel?
Consejero 2: Dicen que es un profeta.
Consejero 1: ¡Bah! No es más que un tonto que anda presumiendo de ser el favorito del rey.
Consejero 3: Sí, tenemos que impedir que nos reste autoridad. Hay que deshacernos de él.
Consejero 4: ¿Pero cómo?
Consejero 5: ¡Tengo una idea! Vamos a sacar un decreto que diga que todos en Israel deben adorar solamente a Darío. Así, cuando Daniel salga a adorar a Dios, podremos hacer que lo arresten.
Consejero 1: ¡Es una gran idea!
Todos ríen malvadamente y comienzan a escribir en un papel.
SEGUNDO ACTO
Daniel, el profeta de Dios, se encuentra arrodillado haciendo sus oraciones en una capilla.
Daniel: Señor, te doy gracias por todas las bendiciones que me has dado. Por favor, protege al rey y a su pueblo, para que siempre vivan en paz y armonía.
Los consejeros entran con el rey Darío y lo señalan.
Consejero 3: ¡Ahí lo tiene, Su Majestad! Ha desobedecido el decreto firmado por usted y está adorando a su dios.
Daniel se pone de pie con serenidad.
Rey Darío: Oh no… ¿qué he hecho?
Consejero 5: ¡Debe hacerlo arrestar, Majestad! ¿Va a tener favoritismos? ¡Eso no es justo para el resto del pueblo!
Rey Darío (triste): Lo siento, Daniel. Pero la ley es la ley y debo mandarte a la fosa de los leones.
Daniel: Que sea lo que Dios disponga.
TERCER ACTO
En una fosa con paredes de piedra, Daniel se sienta en un rincón, sereno. Dos leones entran amenazantes y se van acercando a él.
Daniel: Señor, por favor, ¡ayuda a este siervo que siempre ha confiado en ti!
En ese momento, un ángel entra en la fosa y se interpone entre él y los leones.
Daniel (sorprendido): ¡Una aparición celestial!
Ángel: No temas, Daniel. Dios me ha enviado a ayudarte porque sabe que eres su siervo más fiel. Él ha escuchado tus plegarias y yo me encargaré de mantenerte a salvo.
Los leones se vuelven mansos y se sientan con tranquilidad.
CUARTO ACTO
A la mañana siguiente, el rey Darío llega con sus consejeros a la fosa, esperando ver a Daniel muerto. Pero este se encuentra sentado, con los leones a sus pies, acariciándolos como si fueran gatitos.
Rey Darío: ¡Es un milagro!
Darío: No, es el amor de Dios. Él me protegió e impidió que sus animales me hicieran daño.
Rey Darío: Realmente no hay cosa más grande que el amor del Señor, que soberbio he sido. Desde este momento, declaro que todo Israel debe alabarlo a él y te absuelvo de toda acusación.
Los consejeros se miran entre ellos, decepcionados y nerviosos.
Rey Darío: ¡Y ustedes, conspiradores! ¡Fuera de mi vista! Desde hoy no serán más miembros de mi consejo.
FIN
¡Sé el primero en comentar!