Entre los animales más hermosos que podemos encontrar en el mundo, el cisne destaca entre las aves por sus bellas plumas blancas, su cuello largo y elegante y su distinción al andar. Aunque rara vez emiten sonido, hay quienes dicen que existe solo un momento en la vida durante el cual se las puede oír emitiendo un canto precioso.
Esto es un segundo antes de morir, pues en ese instante, a ellas les gusta despedirse de la vida con una trágica y conmovedora canción. Claro está que no todos lo saben y hay quienes, ignorándolo, encuentran algo más que belleza en estas criaturas.
Así lo hizo un simple granjero que, desconociendo el detalle del canto, compró el más hermoso cisne que encontró y lo llevó a su casa para tenerlo en su estanque.
Pensaba impresionar a sus invitados con tan bella vista y también, quería poner al animal a cantar para ellos.
¡Cuánta admiración causaría en sus convidados!
Así, dispuso todo para dar una gran fiesta en la que sería el anfitrión. Se preparó comida en abundancia y exquisitamente guisada, se abrieron los barriles de cerveza y vino y se decoró el estanque donde su cisne daría un gran espectáculo.
Al llegar los invitados, los hizo sentar en cómodos lugares en el jardín y todos comieron y bebieron felices.
—Bien amigos míos, ha llegado el momento que hemos estado esperando durante toda la fiesta —anunció, después de que la gente se hubiera hartado de bailar y comer—, he adquirido un magnífico cisne que deleitará sus oídos con la más linda canción. Pueden estar seguros de que ninguno de ustedes olvidará tal prodigio. ¡Canta, criatura! ¡Canta!
Pero el cisne se mantuvo en silencio.
Consternado, el granjero le pidió otra vez ponerse a cantar, y otra, e intentó por todos los medios posibles que emitiera algún sonido. Más el cisne no dijo nada.
Cuando sus invitados empezaron a reírse de él, el granjero se enfureció y se sintió avergonzado.
Luego pasaron los días y mientras más intentaba hacer que el animal cantara, más receloso parecía ponerse este, hasta el punto de que ya no le fue posible hacerlo venir desde el estanque.
El granjero se dio por vencido y lo dejó estar.
No se daría cuenta de lo que ocurría sino hasta años después, cuando el ave se volvió vieja y perdió el esplendor que tenía antaño. La vio dirigirse hacia la orilla y tenderse allí mientras soltaba sus últimos suspiros.
Para su sorpresa, el cisne comenzó a emitir un bello canto que hizo que sus ojos se abrieran por la sorpresa.
Aquello solo duró un instante y entonces, sin más, el animal murió.
Conmovido, el granjero se quitó el sombrero y permaneció en silencio por un largo minuto.
—Qué tonto he sido —dijo para sí mismo—, debí saber que de nada valía apresurar las cosas, pues todo tiene su lugar y momento para cumplirse. Ahora sé que las cosas más bonitas de la vida son irrepetibles y siempre llegan cuando deben.
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