Era el día del casamiento de su cuñada, y unas horas antes, Fransico sacó el smoking que tenía guardado en el placard. El polvo le llevo a evocar a la última vez que se lo puso, y le dijo a su novia:
−Mi amor, la fiesta sorpresa de tu Padre! Esa fue la última vez que me puse este saco horrible. Lo mio es andar de zapatillas de lona y jogginetas.
Su esposa estaba muy nerviosa, ya que la que se casaba era su hermana y oficiaba como madrina de la boda. Él, reacio a todas las situaciones en que tenga que actuar de marido ejemplar, se vistió y se puso unos anteojos, para que no le puedan ver los ojos, que lo delataban de lo rojos por haber estado fumando hierba un rato antes.
La boda era de tarde, en una estancia con una casa hermosa que anteriormente había sido una residencia de algún linaje cercano a los primeros inmigrantes sudamericanos portadores de un buen apellido, ahora todos extintos.
Una de las primeras situaciones en las que se vio intimidado fue la de saludar a todas las tías abuelas de su esposa, que rondaban arriba de los 80 años, y las que no podían guardarse la pregunta que más odiaba.
– Decime querido ¿Qué haces de tu vida? ¿Estás trabajando? ¿Tu hermano es el médico no?
Fransico había empezado cinco carreras diferentes en su juventud, y no había terminado ninguna. Su hermano era un médico especializado en cirugía muy reconocido en la ciudad.
Al reponerse de sus pensamientos, idos por el efecto de lo que había fumado en su casa respondió:
– No señoras, no se confundan. Yo soy Licenciado en Casi Todo. Un mérito que no le dan a cualquiera, eh. Es muy difícil conseguir tan invaluable reconocimiento por parte de todas las entidades académicas del país. Yo trabajo con equipos interdisciplinarios y me muevo tanto en las Ciencias Sociales como en las Exactas.
Por dentro se moría de risa ante la mirada atónita de las mujeres que lo habían rodeado. La mujer de Fransico lo vio a lo lejos y vino a su rescate, con la excusa de que se tendrían que tomar una copa ya que hacía mucho calor. Cuando se alejaron se escucho un murmullo de una de las tías.
– Que impresionante lo de este chico, parecía medio tonto. Es sorprendente la variedad de ocupaciones de hoy en día.
Al rato venía el compromiso marital dentro de la capilla de la residencia. La esposa de Fransico tenía que estar al lado de los novios ya que era la madrina de boda, y él se quedo con un primo de ella con el que se llevaba bien ya que tenían aproximadamente la misma edad. Ya sentados en los bancos de la iglesia se pusieron a charlar.
− ¿Vos te vas a casar algún día?- Pregunta Horacio a Fransisco.
− ¿Vos estás loco o que tenes en la cabeza Horacito? Yo no piso una Iglesia ni por casualidad. Lo mio es el compromiso teórico.- Dijo fransico
− ¿Y eso qué es? ¿Lo inventaste vos? – Confundido preguntó Horacio
− Lo vi en una película de Steve Carrel. Resulta que el amor como se experimenta convencionalmente, requiere de forma concluyente el matrimonio por escrito.
Bueno, el amor en su forma más pura se da de manera práctica, en este caso hay que aprender durante toda la vida como sería la forma de experimentar el amor de forma teórica. Es algo que lleva mucho tiempo Horacito, pero que trae buenos resultados. Dicen que no hay peleas ni reproches de por medio.
Desconcertado, Horacio le responde:
– Que barbaro Fran, después si podes anotame la película así la miro.
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