Fermín, con sus 92 años, ya se disponía a volver a su pueblo originario, desde Francia. Tanto él como su padre se fueron de su tierra en tiempos donde su juventud florecía, justo después de la guerra, la cual había sido aprovechada por un vecino para informar que su familia pertenecía al grupo de los “rojos”. Tal vecino, se encargó de realizar un escrito en el que se contaba todo acerca de los habitantes de su lado.
Gracias a este maleante, toda la familia de Fermín, resultó aprisionada, mientras que su pequeño hermano falleció, posterior a un golpe en la cabeza mientras los sacaban a todos de su hogar. Por otra parte, su hermana murió debido a enfermedad de tuberculosis dentro de la prisión y su adorada madre, también en la cárcel por situaciones precarias de hambre y de frío.
Al salir de la cárcel, Fermín y su padre, se marcharon directamente a Francia debido a que en su pueblo, ambos habían sido despojados de todos sus bienes y también, de sus terrenos. Muere su padre en Francia, por lo que él decide regresar a su pueblo natal con las cenizas para plantarlas justo delante de su hogar, una casa azul donde la niñez de ambos, tuvo un espacio ameno y de recordación.
Desde esa casa, Fermín logró ver a una chica totalmente arreglada, mientras que un anciano cercano, la saludó, dándose cuenta que ¡sí, si lo conocía de antes! El señor mayor había sido su compañero de estudio.
Los dos empezaron a llorar, mientras recordaban los viejos tiempos y como ha influido en el presente. El anciano le comentó a Fermín, que ahora su humilde hogar pertenecía a una nieta del hombre que los denunció, ese vecino malintencionado del tiempo de la guerra.
Fermín a pesar de todo lo que recordó, seguía con su plan de depositar las cenizas de su querido padre en frente del jardín de esta pequeña casa azul, esperando la noche fue haciendo varias visitas a las personas de su pueblo, donde todos mostraron su compasión y comprensión a toda la situación que éste vivió.
Después de conversar con todas las familias vecinas, Fermín decidió entrar al jardín a conseguir su cometido, plantar las cenizas que con lágrimas en sus ojos, consiguió ubicarlas sobre los rosales y los tulipanes que rodeaban toda la casa azul cuando de repente: ¡Fuera de mi jardín, le agradezco que se retire o llamo a las autoridades! Dijo una joven regordeta desde la puerta principal.
Con este grito, Fermín regresó a la realidad y el recipiente de las cenizas saltó de sus manos diciendo: ¡No es justo! En ese momento la tomó del pelo y la empujó para conseguir entrar a la casa y quedarse dentro, pero la joven gritaba y golpeaba la puerta.
Sus lágrimas seguían nublando toda su mirada, hasta sentir haber encontrado la salida, Fermín tomó un cuchillo y sobre su mano realizó un gran corte empezando a llenar cada parte de la casa con su sangre, imaginándose al mismo tiempo todo lo que él con su familia vivió en aquellos tiempos. Su último suspiro fue en el cuarto de su padre, donde en sus pensamientos yacía junto a él a través de la muerte.
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