Kazuhiro nunca había dado crédito a las leyendas estúpidas que comentaban sus compañeros de clase. Eran chicos impresionables y muy aficionados a las historias de horror, una pandilla completa de inútiles. El último chisme que se traían entre manos era el de un poema antiguo, que supuestamente maldecía a quien lo leía.
—El infierno de Tomino fue escrito hace mucho tiempo —le dijo Yamazaki, uno de los más tontos del grupito—, cosas horribles les han sucedido a los que lo recitan. Dicen que es realmente espantoso.
—¿En serio? —Kazuhiro no le prestaba demasiada atención, prefería garabatear cosas en su cuaderno.
—El poema relata la historia de una persona llamada Tomino, la cual muere de manera espantosa y es arrastrada al infierno. El sufrimiento que padece allí, hace que tengas pesadillas por noches enteras.
—Ya —Kazuhiro seguía sin creerse nada—, ¿cómo pueden hacer caso de algo tan ridículo?
—¿Ah sí? ¿Y por qué no te atreves a leerlo tú, Kazuhiro, si tan valiente te crees? —lo retó el chico con una maliciosa sonrisa.
—Es solo un tonto poema.
—Pues ahí tienes. Búscalo en la biblioteca y recítalo para todos nosotros. ¿O tienes miedo?
Si había algo que Kazuhiro no soportaba, más que los cuentos tontos que decían aquellos tipos, era que lo vieran como un cobarde. Esa tarde, durante el receso, se dirigió a la biblioteca escoltado por Yamazaki y sus amigos. Se pusieron a buscar un libro de poemas y localizaron El infierno de Tomino, cuya página yacía extrañamente marcada.
—Venga Kazuhiro, ponte a leer —le dijo Yamazaki—, a ver si muy valiente.
—Serás idiota, mira que asustarte tanto por un poema de mierda —le dijo Kazuhiro sonriendo arrogantemente, y haciendo que el muchacho se sonrojara con furia.
Kazuhiro empezó a leer en voz alta. A medida que avanzaba en la lectura, un sentimiento angustiante iba apoderándose de él, pero era como si no pudiese despegar sus ojos de las palabras. Yamazaki y sus cómplices también se veían asustados, perturbados por el énfasis que el joven ponía en sus palabras, la mirada aterrada de sus ojos y la atmósfera pesada que se había apoderado del lugar.
—Eh, ya vale Kazuhiro, no es gracioso… vámonos…
Pero Kazuhiro continuó y cuando llegó hasta el final del poema, con lágrimas de espanto en los ojos, alcanzó a distinguir una presencia que los observaba desde la puerta.
Era una persona con la piel completamente carbonizada, ojos desencajados y una sonrisa siniestra que le llegaba de oreja a oreja… literalmente. Era Tomino, quien había llegado desde el infierno para atormentarlos.
Los chicos dejaron salir un alarido espeluznante.
El infierno de Tomino es una leyenda de terror japonesa, que habla sobre un poema del mismo nombre escrito por Yomota Inuhiko e incluido en la antología «El corazón es como una piedra rodante». Dicen que dicho texto está maldito y es tan atroz en las cosas que describe, que todo aquel que lo lee en voz alta estará condenado a todo tipo de desgracias en su vida.
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