Hace mucho tiempo aun cuando Dios caminaba por la tierra entre los mortales, decidió pasear un poco encontrándose con dos casas muy peculiares la primera pertenecía a un hombre muy acaudalado por ende la misma era una mansión, la segunda era más sencilla, vieja y fea; pertenecía a un granjero.
Cansado y hambriento pensó que sería buena idea tocar la puerta del hombre adinerado que probablemente le sobraría pan para darle y seguro tendría un lugar brindarle cobijo durante la noche.
“No tengo lugar para nadie más, mis habitaciones llenas de granos están, si estuviera dándole cobijo y comida a todo el que toque mi puerta muy pronto estaría en las calles pidiendo limosnas”
Tras esta respuesta decidió probar en casa del granjero quien muy amablemente lo recibió en su hogar y le prometió refugio durante la noche. La esposa del granjero puso unas papas a cocer, tomo algo de carne seca, y ordeño a su cabra para tener de beber.
“Querido mío, durmamos esta noche sobre la paja, cedámosle nuestra cama al viajero quien se nota muy cansado debido a su gran viaje”
El granjero pensó que era una gran idea, al día siguiente ambos despertaron temprano para prepararle el desayuno a su invitado y desear un buen viaje, los tres tomaron el desayuno para luego ver al señor partir.
“Habéis sido muy piadosos y compasivos, por eso les otorgare tres gracias que me pidáis”
El granjero muy humildemente rechazo la oferta del señor, tan solo le bastaba con tener salud y el pan de cada día. Dios le otorgo lo que pidió además de una hermosa casa.
Esa mañana el hombre acaudalado sorprendido de ver tan inmensa casa envió a su mujer a investigar, no tardó mucho en regresar con noticias, el hombre se encontraba furioso por perder tal oportunidad así que por consejo de su esposa monto acaballo y busco al señor.
Pudo alcanzar al señor, le explico que no tomara en cuenta lo sucedido la noche anterior, ya que él le iba a ofrecer asilo pero no encontró la llave, si volviera a pasar por ahí con gusto le haría un lugar, Dios le agradeció su oferta pero antes de marchar el hombre pregunto si no le regalaría tres gracias al igual que su vecino.
Accedió a cumplirle tres gracias pero le insto a pensar muy bien en que desear por que podrían acabar en su mal.
Muy contento el hombre acaudalado retorno a su hogar, en medio del camino su yegua comenzó a molestar, balanceaba su cuello de un lado para otro.
“Ojala te rompieras el cuello”
Fueron sus palabras antes de que el animal cayera muerto, sin nada más que hacer el hombre tomo la silla de montar y regreso a su hogar, convenciéndose a sí mismo que no importaba porque tenía dos deseos más.
Pero el peso de la silla le molestaba, pensó que su esposa estaría muy tranquila en su casa mientras este hacia todo el trabajo, maldijo y deseo que su esposa en la silla de montar se quedara y nunca se pudiera parar, en un instante la silla desapareció.
Al llegar a su hogar su mujer encontrándose sobre la silla de montar sin poder bajar lloraba desconsolada.
“No te preocupes querida, te colmare de los mejores lujos en toda tu vida”
Fue la respuesta de su esposo pero su mujer se quejó, ya que no podría disfrutar ningún lujo en una silla de montar de la cual nunca podrá bajar y todo por culpa de él, de muy mala gana el hombre pidió su último deseo que su esposa bajara de la silla.
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