Había una vez un príncipe pobre quien tenía deseos de casarse, mucho había buscado una princesa para él, hasta que el muy osado le solicito a la hija del emperador su mano en matrimonio, muy atrevido el chico pero la princesa no lo acepto.
Decidido a tener la mano de la princesa decidió cortejarla, en la tumba de su padre crecía un hermoso rosal que solo florecía cada cinco años, además de eso tan solo daba una rosa la cual tenía el poder de hacer que cualquier tristeza o amargura abandonara el cuerpo de la persona.
Además el príncipe tenía un ruiseñor el cual entonaba las más hermosas melodías que jamás se han escuchado en la vida, envió los regalos en cajas de plata a la princesa.
La hija del emperador recibió los regalos emocionada esperando que fuese un gato, pero se encontró con una hermosa rosa la cual todos admiraron desde su padre hasta sus damas, pero debido a que era una flor natural sintió lastima, el ruiseñor impacto a un más a los presentes llegando al punto de hacerlos llorar con su canto celestial, pero la princesa al ser un animal de verdad lo dejo en libertad.
El príncipe desesperado decidió disfrazarse de porquero y pedir trabajo en el castillo, tomo unos trapos viejos como ropas y mancho su cara con carbón, el trabajo fue suyo de inmediato, le asignaron un cuarto en el sótano.
Junto con llegar el príncipe comenzó a crear, una olla muy singular la cual tenía cascabeles que sonaban melodiosamente cuando se comenzaba a cocer con esta.
La princesa encantada por la melodía mando a preguntar a su dama el costo de este artefacto musical, pero se escandalizo cuando se enteró que el precio eran 10 besos de la princesa.
Aun renuente y sin querer ceder la princesa diez besos al porquero le dio pero antes le solicito a todas sus damas le taparan.
Ya encantada con su nueva olla tanto la princesa como sus damas disfrutaron de ratos sin descanso.
El porquero otro objeto creo, una carraca que cuando giraba música tocaba de todos los rincones de la tierra, la princesa también lo quería pero quedo escandalizada ante el semejante precio el cual era 100 besos, a pesar de negociar tan solo 10 besos de ella y 90 de sus damas el porquero se negó.
Se repitió la operación, las damas cubrieron a su princesa mientras esta pagaba el precio, semejante alboroto llamo la atención del emperador quien desde el balcón todo lo observo, para entender un poco más este bajo y de puntitas se asomó, las damas no se percataron ya que contaban los besos para que el porquero no hiciera trampa.
El emperador encolerizado con una zapatilla le pego a la princesa en la cabeza cuando ya iba por el beso 86, expulso a todos del reino tanto a la princesa como el porquero.
La princesa se lamentaba de su suerte y se cuestionó por no haber aceptado al joven príncipe, por su parte el porquero se limpió y cambio.
“Te negaste a aceptarme a mí un príncipe digno, no apreciaste ni la rosa ni el ruiseñor, pero a un plebeyo, un porquero besaste tan solo por una olla, ahí tienes tu recompensa”
Luego de esto el príncipe le cerró la puerta en la cara a la princesa quien no le quedo más nada que cantar.
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