Hace una buena cantidad de años, un gran príncipe se motivó a buscar la esposa más atractiva e inteligente, de forma de poder tener su pareja para el reino. En su alrededor, todas las jóvenes se encontraban ansiosas de poder ser esa mujer.
El principie tenía una tarea ardua al tener que buscar a la gran princesa, pues todas querían decir SI. Después de varios días rondando el asunto, él había pensado en cómo escogerla y debía ser la muchacha más rica o más bella, o quizás la más inteligente, justo esa era la decisión que estaba tratando de tomar y fue entonces cuando se decidió a escogerla según un nuevo método.
Al reunirlas a todas, les indicó: – Les daré una semilla a cada una para que la planten. Y, dentro de 6 meses las volveré a reunir, para ver la que me traiga la más hermosa flor se quedará conmigo como princesa.
Todas las muchachas del pueblo eran distinguidas, excepto una joven, la cual era humilde y servía como cocinera dentro del palacio. Esta joven era muy linda, con cabello largo y con ojos claros. Sin embargo, su ropa era vieja y manchada, pero sin importarle esto, también decidió aceptar la semilla que el príncipe le ofreció, plantándola en una vieja maceta a base de barro.
Su sueño era casarse con el príncipe, no por ser princesa, sino porque siempre había estado enamorada de él. Cada semana regaba la planta, incluso varias veces al día, de forma que se convirtiera así en una hermosa flor.
Al mismo tiempo, mientras la regaba le cantaba canciones muy dulces y la cuidaba del frío de la noche. Sin embargo, la flor no terminaba de salir, así pasaron los 6 meses y su semilla no logró germinar.
Cuando el príncipe llegó, empezó a apreciar cada una de las flores, sin decidirse por ninguna, pues no le parecían interesantes. Hasta que llegó a la joven humilde y le preguntó: ¿por qué tu flor no ha germinado?
Señor príncipe, no se que decirle, afirmó la joven. La plante con mucha dedicación y amor, pero el esfuerzo fue inútil a pesar de los cuidados. De verdad, lo siento mucho.
El príncipe sonrío y muy feliz acercó la mano de la joven a la suya diciéndole: No te preocupes, tú serás mi esposa.
Todas las mujeres estaban extrañadas por lo sucedido y comenzaron a cuchichear ¿Será su esposa? Debe ser una broma.
El príncipe la tomo de la mano y la reafirmó como su prometida entre la multitud. Después de eso, él empezó a explicar el por qué: siempre supe que la mejor cualidad que tenía una mujer era la sinceridad. Ella ha demostrado ser completamente honesta conmigo y no ha tratado de engañarme.
-Les he dado semillas estériles y ella ha sido la única que no ha tratado de engañarme suplantando la semilla. Fue la única que pudo venir y demostrarme la verdad.
Me siento muy feliz por la mujer que he conseguido.
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