Había una vez un joven príncipe que quería casarse con una verdadera princesa, había recorrido todos los rincones del reino en su búsqueda tan ansiada, en el mundo abundaban princesas; pero de una manera u otra el valeroso príncipe descubría que no eran portadoras de sangre azul.
Su madre la Reina consorte del reino vio con mucha preocupación a su hijo, sabia lo necesario que era para el encontrar a una princesa de verdad así que decidió ponerse manos a la obra.
Durante varios meses jóvenes doncellas arribaron al palacio por invitación de la reina para disfrutar de un banquete, como parte de la invitación se les solicitaba pasar la noche en el castillo.
Fueron muchas las que acudieron a la cita, disfrutaron del banquete, la música, y de la compañía del príncipe, cuando llego la hora de dormir la reina condujo a las jóvenes al ala donde pasarían esa noche, para el asombro de todas las presentes había una fila de camas ordenadas, donde se apilaban alrededor de 20 colchones.
A todas les pareció extraño, dormir sobre 20 colchones, cada una tomo su lugar para dormir, la reina muy ansiosa fue a despertar a las jovencitas para preguntarles como pasaron la noches, para su desgracia todas alegaron haber dormido muy bien.
Pasaron meses y todavía no se habían encontrado con una princesa de verdad, el príncipe se sentía cada vez más deprimido al no encontrar lo que su corazón tanto ansiaba.
Una noche lluviosa ruidos provenientes de las puertas del castillo asombraron a todos, ¿Quién llamaría a estas horas con tan fuerte tormenta? La reina se dirigió personalmente para verificar que era lo que ocurría.
Efectivamente una joven llamaba a su puerta, la sobreviviente de un naufragio, quien llego al castillo en busca de solidaridad, como es costumbre la reina invito a pasar a la desgraciada criatura.
Le dieron agua y comida, la reina ordeno a sus empleados indicarles la alcoba donde dormiría, pero tuvo una idea, en vez de prestarle una habitación regular, la llevo al cuarto donde se encontraban los colchones apilados.
No perdía nada con intentarlo, la joven subió sin quejarse mucho a la pila de colchones para pasar la noche.
Al día siguiente la reina sin hacerse muchas ilusiones se dirigió hasta la alcoba para preguntarle como había pasado la noche la jovencita.
–Su alteza, agradezco lo que han hecho por mí y no me quejo, pero si soy franca he pasado muy mala noche – Aseguro la joven naufraga.
La reina pudo ver como el cuerpo de la joven se encontraba todo moreteado, con muchos rasguños, sabía que esta joven tenía sangre azul ya que solo una verdadera princesa podría sentir el chícharo rozando su cuerpo bajo 20 colchones.
El reino se llenó de alegría, la esposa prometida del príncipe había llegado, la reina consiguió su objetivo y su hijo se encontraba completamente feliz al poder desposar a una princesa de verdad tal cual como su padre lo hizo una vez.
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