En esta ocasión Alegría y Rocko se encontraban paseando por la pradera, un bonito lugar lleno de flores, animales un clima agradable, ¿qué más podría pedir un conejo?, el olor a un rico pie de manzana les despertó el apetito.
— Alegría, Alegría, eh que digo Dash, no te llega ese aroma— Dijo Rocko apuntando al suculento olor.
— Sí que eres muy tonto pero la verdad en esta ocasión te doy la razón, huele muy bien — Dijo Alegría sobando su barriga.
— Deberíamos ir hasta la fuente de ese sabroso olor — Sugirió el entusiasta conejo.
— Bueno esta vez tienes razón, andando que un pie nos espera — Ambos conejos partieron adentrándose en el bosque.
Rocko llego a pensar que era mala idea, ya que mientras más avanzaban más espeso se volvía el bosque, la luz del sol penetraba poco, dando como resultado una atmósfera terrorífica.
— Deberíamos irnos ¿no crees? — Rocko estaba asustado.
— Que tonterías dices, tú mismo sugeriste esto, además hemos llegado muy lejos como para solo regresar, siento esos pie bastante cerca — Se negó a escuchar la nueva sugerencia de Rocko.
Llegaron a una casita pequeña y muy bonita, el pie estaba servido en una mesa en la sala, un hermoso y delicioso pie esperando para ser cortado; o eso pensó Alegría.
— ¡Vamos a entrar! —
— Espera Alegría no — Su amigo de un brinco entro en la casa y fue atrapado rápidamente por una jaula que cayó del techo.
— No puedo creer que este plan funcionara — Dijo un lobo acercándose para ver el botín.
— ¡Suéltame! No sabes con quien te metes lobo incauto — Exigió alegría.
— Eres un bocado muy altanero, pero tienes razón no sé quién eres y no me importa, pero quizás te interese saber quién soy — El lobo tomo un pedazo de pie y lo llevo a su boca — Me llamo treto, el lobo de las trampas; si así me dicen —
— Es un nombre muy ridículo, pobre quizás por eso eres tan idiota — Intento sacar de quicio al lobo.
— Habla lo que quieras voy a la cocina, tengo mucha hambre y hoy serás del menú —
Rocko se acercó a la ventana, trato de llamar la atención de su amigo.
— Alegría por aquí —
— ¿Qué haces? Vete puede atraparte — Dijo Alegría preocupado.
— No puedo irme sin ti, que sería de mí — respondió el conejito bastante asustado.
— Bueno en eso si tienes razón — Aseguro alegría.
— Tengo un plan, no te muevas — Dijo Rocko antes de entrar a la casa con mucho cuidado de no activar alguna otra trampa.
Tomo una cuerda y comenzó a realizar varios nudos, uno por aquí otro por allá, parecía estar muy seguro de lo que hacía. Luego salió de la ventana y se dirigió a tocar la puerta de la casa. El lobo salió de su cocina hasta la puerta principal pero quedó atrapado entre tantas cuerdas que le impidieron desatarse.
— Como te atreves conejo insignificante, serás mi cena — Dijo molesto el lobo.
— Vamos sácame de aquí rápido — Pidió Alegría
Rocko busco la llave rápidamente para liberar a su amigo antes de que el lobo pudiera desatarse, los amigos huyeron rápidamente del lugar prometiendo nunca jamás volver a entrar en una casa de extraños, y mucho menos si había olores agradables provenientes de esa casa.
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