Había una vez una mujer noble y de puro corazón, casada con un hombre rico con el que tuvo una hija, la mujer se encontraba en su lecho de muerte.
«Hija mía, sigue siendo siempre buena y piadosa, y el buen Dios no te abandonará. Yo velaré por ti desde el cielo, y me tendrás siempre a tu lado.»
Tras decir esto su madre falleció, la joven iba todos los días a visitar la tumba de su madre a llorar, siguió siendo buena y bondadosa. Al año siguiente su padre contrajo nupcias con una mujer la cual tenía dos hijas hermosas de corazón oscuro al igual que su madre, estas habían enviado a la chica a la cocina para tratarla como una criada más.
Una vez el padre de la joven partía rumbo a una feria, le pregunto a cada chica que querían como regalo, mientras sus hermanastras pedían joyas y vestidos nuevos, la joven se conformaba con que su padre regresara bien de su viaje. Pero tras la insistencia de su padre esta tan solo una cosa le pidió.
“Padre, corta la primera ramita que toque el sombrero, cuando regreses, y tráemela”
Joyas y vestidos para las hermanastras, a la joven una rama de avellano le trajo su padre que inmediatamente la chica planto cerca de la tumba de su madre que luego regaba con sus lágrimas tres veces al día, un avecilla blanca siempre se posaba en la ramita cada vez que esta la visitaba.
El rey organizaba un gran baile que duraría tres días, invitando a todas las doncellas del reina, incluyendo a cenicienta y sus hermanastras, pero la malvada madrastra no dejo que cenicienta fuera al baila a pesar de sus suplicas, como condición le impuso que recogiera en dos horas las lentejas que había arrojado a las cenizas.
Cenicienta fue a la cocina abrió las ventanas y llamo.
«¡Palomitas mansas, tortolillas y avecillas todas del cielo, vengan a ayudarme a recoger lentejas!
Las buenas, en el pucherito; las malas, en el bachecito.»
Palomitas, tortolitas, pequeñas avecillas llegaron y ayudaron a cenicienta a recoger todas las lentejas, rápidamente la joven lo logro pero su malvada madrastra decidida a que no fuera le impuso otra tarea, limpiar dos jarrones de lentejas en la ceniza y así podría ir al baile; pero lo que su madrastra no sabía es que cenicienta tenia ayuda de sus amiguitos alados quienes ayudaron a recoger todas las lentejas.
“Todo es inútil; no vendrás, pues no tienes vestidos ni sabes bailar. Serías nuestra vergüenza»
Fueron las palabras de la malvada madrastra antes de partir junto con sus hijas al baile, cenicienta fue corriendo a llorar a la tumba de su madre, bajo el avellano esta suplico.
«¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas, y échame oro y plata y más cosas!»
La avecilla blanca le entrego un vestido bordado de oro y plata, junto a unas zapatillas de seda y plata, no perdió tiempo y fue al baila donde el príncipe la reclamo como su pareja para bailar toda la noche, hermosa y deslumbrante todos los presentes incluyendo a sus hermanastras nunca pensarían que esa chica fuera cenicienta.
Cuando anocheció cenicienta se disponía a irse pero el príncipe se ofreció a acompañarla pero esta escapo subiéndose a un palomar, el príncipe espero a que el padre de la joven apareciera; este pensó que podría tratarse de su cenicienta pero inmediatamente desecho la idea, se ofreció a tumbar el palomar y encontrar a la doncella que el príncipe buscaba pero en el palomar no había nadie, la astuta cenicienta bajo del palomar y fue hasta la tumba de su madre donde dejo el vestido y regreso a su hogar.
Al día siguiente el segundo día del baile aguardaba a la chica quien ya lucia las finas prendas, de inmediato el príncipe estuvo a su lado y no se apartó durante toda la noche, ya cuando cenicienta regresaba a su hogar el príncipe con cautela la siguió, vio como subió a un hermoso peral pero la perdió de vista, con la ayuda del padre de cenicienta este derrumbo el árbol pero no había nadie.
La tercera noche llego, aun mas radiante que nunca cenicienta lucio sus nuevas prendas, el príncipe por su parte decidido a tener una pista sobre la doncella embadurno las escaleras con aceite de pescado, cuando la joven escapo una de sus zapatillas de oro quedo atrás, el príncipe la tomo y quedo muy divertido con el tamaño y cómicas que se veían.
El príncipe se presentó en la casa de cenicienta, rápidamente la malvada madrastra llamo a sus hijas para que se probaran la zapatilla pero como esta era muy pequeño le dijo a una de sus hijas que se cortara un dedo, la zapatilla entro y el príncipe la monto en su caballo pero cuando pasaron por el avellano un par de aves canto.
«Ruke di guk, ruke di guk; Sangre hay en el zapato. El zapato no le va, La novia verdadera en casa está.»
El príncipe vio como la sangre manchaba la media y de inmediato se regresó, la madrastra se negaba a perder y le dijo a su hija que cortara su talón, la zapatilla le entro y partió con el príncipe.
«Ruke di guk, ruke di guk; Sangre hay en el zapato. El zapato no le va, La novia verdadera en casa está.»
Las avecillas volvieron a cantar y el príncipe se percató que la sangre manchaba la media de la joven, regreso en busca de alguna otra doncella que en la casa viviera, ¿Cenicienta? Pensó el padre de la chica, por su lado la madrastra se negó rotundamente a presentar a la chica cubierta por cenizas, pero como eran órdenes de su alteza no se pudo negar más.
La chica se acercó, se reverencio ante su príncipe y se probó la zapatilla la cual le encajaba a la perfección, el príncipe no tuvo más dudas esa era su doncella.
«Ruke di guk, ruke di guk; no tiene sangre el zapato. Y pequeño no le está; Es la novia verdadera con la que va.»
Cantaron las avecillas felices por cenicienta.
El día de la boda llego y la madrastra y sus hijas aparecieron el día de la ceremonia queriendo aprovecharse de la dicha de cenicienta, pero las palomitas les sacaron los ojos a las malvadas hermanastras como castigo.
Hola amigo !!
Muy bello cuento gracias x compartirlo al fin encontré el verdadero cuento de Cenicienta gracias x compartirlo