La historia comienza con una mujer de mucha belleza física, Melisa como la llamaban, desde siempre se caracterizaba por ser muy celosa con sus amantes, llegando a cualquier límite.
Después que creció, se casó con un hombre al que creía muy bueno, un hombre que la hacía feliz y que no iba de cuentos por el pueblo, fue así como meses después tuvieron un hijo, como producto del más puro de los amores, tal y como la joven Melisa siempre lo soñó.
En el pueblo, como toda región pequeña, siempre hay gente de mala fe buscando a ser daño a todos sus alrededores, en este caso era Burro tusero, un hombre mentiroso y mujeriego que conquistaba a todas las chicas del pueblo, sea cual fuere la edad pero esta vez quería ir tras la conquista de Melisa, quien siempre había sido su amor.
Burro Tusero, se encargaba de espiarla a diario mientras nadaba desnuda en lo más profundo del río, hasta que un día ella lo vio esconderse tras los árboles del rio para mirarla, cosa que le enfureció enormemente. Y le gritó:
-¿Qué haces espiándome detrás de los arboles? Tenías que ser tu, un hombre de quien no se espera nada bueno, replicó Casilda.
Mientras que él le contestó: Casilda, no vengo a espiarte vengo a darte muy buena información. Vengo a advertirte que tu hombre no es el fiel que todos creen, pues te esta poniendo los cuernos con tu propia madre, una historia totalmente falsa pero que puso a Casilda como una demonia.
Después de escuchar este rumor, la bella Casilda salió corriendo a casa queriendo conseguir a su madre y su esposo juntos para descubrirlos en el hecho.
Después de haber llegado a casa, llena de celos, le prendió candela al rancho, como le solían decir a casa y dejó a su niño dentro de las llamas quien se consumió con tan pocos meses de edad, mientras que a Casilda no le importaba nada, ni siquiera los llantos de su propio hijo.
Mientras el hogar se quemaba, Casilda llegó a casa de su madre, quien sin mediar palabra fue sacrificada por su propia hija, la cual le asentó 3 cuchilladas por la espalda diciéndole porqué lo hacía.
Todos los vecinos se lamentaban por lo ocurrido, a lo que su madre le contestó con una maldición que rezaba: “Me haz quita’o la vida Casilda, me haz quita’o la vida, Sayona, así te maldeciré toda la vida, sin Dios y sin Santa María, andarás por todo el mundo. Maldita serás, toda la vida… y que así sea”, dijo en su último suspiro.
Después de la maldición de su madre, la Sayona como la nombró su progenitora empezó a transformarse en una mujer horrible con los ojos sollozantes y gigantes.
Desde ese momento sería el fantasma que castigue a los hombres mujeriegos que andan en busca de más sobre las calles y caminos por la oscuridad, presentándose como una mujer hermosa y al hacerle caso, se transformará en su realidad, una mujer de horror, siendo así la completa imagen de la muerte, haciéndolos morir de un ataque al corazón.
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