Personajes de la historia: Neo (Protagonista), Luke (el guardián de la Biblioteca).
La tarde se volvía decisiva y aún no era tarde para decidir nada. Mis pasos se encaminaban con cautela por caminos empedrados, casas pasadas que dejan oír sus voces, sus historias pasadas.
Por mucho que quisiese ocultarlo mis nervios estaban bajo mi piel, haciendo de las suyas. El camino en cambio cada vez se tornaba más claro a medida que dejaba todo pasado de cada hogar un paso más atrás. Entonces, la luz parecía cobrar vida entre un »te» de callejones algo siniestra. Existían dos farolas, una situada en cada marco de la puerta de madera. En un cartel también orgánico y tallado en forma de espirales podía leerse »Biblioteca de la noche».
Pausada en mitad de esas tres calles miré mi reloj, las 3:00 am estaban apunto de darse. Sólo quedaba un minuto, respiré hondo. Miré mis pequeñas bailarinas rojas mal atadas por unos instantes, levanté la cabeza decidida a mirar mi destino y, ¡vaya qué susto!
– Cinijis Luke… – me llevé la mano en el pecho con intenciones de calmar mi pequeño y asustadizo corazón-.
– Buenas noches querida Neo. Bonita noche casual en la que naciste, ¿verdad? – con su lisa mano me daba la bienvenida, dejándome el paso libre para poder entrar.
Asentí con una mueca sonriente recuperando el aliento. Dirigí mis pasos hacia la entrada hasta llegar a entras. Unas tres luciérnagas volaron hasta mí, posándose con delicadeza en mi mano derecha. Éste lugar parecía estar hecho para crear la luz en distintas formas, me pregunto si lo conseguirán conmigo también.
Me fijé en todo lo que había a mi alrededor, especialmente en todos los libros que tenían algo que contarme. En la zona donde me encontraba y donde también estaba una mesa de recepción, podías ver perfectamente desde ahí tres habitaciones que podrían ser tres bibliotecas totalmente distintas. En la primera de la izquierda, los libros susurraban algunas risas, dulces voces, un poco también de poesía. En la habitación de la derecha, se lograba oír caballos trotar, algunos amantes declarándose amor eterno, espadas haciendo que estallasen chispas siempre que se chocaban. Mientras que esa habitación del medio, denotaba escalofríos, humedad, gritos, tortura y muerte… . Podía casi olerse al incienso mezclado y sinceramente, obligo a sellar mi curiosidad bajo la caja de la prudencia.
Alguien comenzó a sisear tras de mí, llamando mi atención.
– Ya es la hora Neo… -. Era Luke nuevamente, silencioso como el Sol al caer.
La hora, cierto. La hora me entumecía, me enmudecía. Tres personas estaban sentadas encima de una alfombra que tenía un diseño de un mandala alucinante, muy apaciguante. Algo cohibida seguía a Luke sin saber muy bien qué hacer, porque en el fondo tenía algo de ganas por echar a correr.
Él se sentó y yo hice lo propio junto a él. Formábamos junto a todos los demás un círculo perfecto. Probablemente para aquel espectador que nos viese desde fuera sólo fuésemos cinco figuras sentadas, una escena con su simple función sin sentido. Pero para mí era mucho más, era el final de una etapa y el inicio de un, espero, precioso cambio.
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