El Hospital Arzobispo Loayza es una de las construcciones más reconocidas en Lima, Perú. Por sus pasillos han deambulado cientos de pacientes, enfermeros y médicos. En en estos mismos corredores donde todavía se cuenta una oscura leyenda.
Dicen que años atrás, no se sabe en que época con exactitud, trabajaba en la clínica una bella y amable mujer, que hacía las funciones de enfermera. Todos la estimaban mucho por cariñoso trato con los pacientes. Sus colegas la admiraban por ser una trabajadora ejemplar, que amaba su profesión. Con el paso del tiempo, uno de los doctores terminó enamorándose de ella y fue así como el cortejo de varios meses culminó en un lindo noviazgo.
La pareja puso fecha para la boda, todos en el hospital estaban felices por ellos.
Faltaba muy poco para el gran día, cuando el doctor fue llamado a un congreso fuera de la ciudad. De inmediato empacó a sus cosas y le pidió a su prometido que continuara con los últimos preparativos del casamiento, asegurándole que estaría de vuelta a tiempo.
Desafortunadamente el destino iba a cambiar sus planes. El joven médico murió durante el viaje, víctima de un accidente fatal en la carretera.
Cuando la muchacha se enteró de la mala noticia, sufrió un shock por el que tuvo que ser hospitalizada. Sus compañeros, preocupados, se turnaron para cuidarla y tratar de distraerla, pero nada parecía ser suficiente. La chica no quería comer, ni levantarse, en sueños llamaba a su prometido y durante el día, lo único que hacía era mirar por la ventana, sin hablar con nadie. Había perdido las ganas de vivir.
Un día, aprovechó que nadie estaba en la habitación con ella para tirarse por esa ventana. La caída no la había matado, estaba en un segundo piso. Lo que la mató, fue darse de bruces contra las herramientas que algunos trabajadores de la construcción habían dejado en el suelo, ya que estaban remodelando el hospital. Todos en el lugar se estremecieron al escuchar su último grito de horror: había caído sobre unos metales que acababan en punta, perdiendo la cabeza al instante.
Desde entonces, se dice que su alma no ha podido abandonar la clínica.
Algunos pacientes han quedado traumatizados después de ver la figura de una mujer descabezada que ronda por los pasillos. Lleva un uniforme muy antiguo, con una capa azul y se desvanece al entrar en las habitaciones.
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