En tiempos de verano, el cigarrón se encontraba silbando, feliz por el calor que rondaba todo el ambiente donde se encontraba, estaba contento de ver el sol brillar, así como de ver las flores emanando distintos olores agradables a su paladar. Por esto, el cigarrón cantaba y cantaba sin parar.
Mientras el cigarrón se relajaba, su amiga la hormiga, se la pasaba todo el día buscando alimentos y trabajando sin parar para conseguir una buena fuente de nutrición que pudiera durarle unos cuantos días.
Hormiga, ¡amiga mia!, ¿qué no te cansas de trabajar todo el día buscando alimentos? Puedes descansar un rato conmigo, mientras entono unas notas para ti, sugería el cigarrón.
Lo que puedes hacer y ganarás más que cantar y silbar, es recoger todos los alimentos que puedas para los tiempos de invierno que vendrán, así podrás relajarte cuando llegue ese tiempo y ahora puedes evitar a toda costa, la holgazanería que te ha sabido identificar, porque ya llevas varias temporadas del año, en lo mismo, en nada, respondió la hormiga a la petición insistente del cigarrón mientras recogía el grano y lo trasladaba a su rincón, con apuro.
Por su parte, el cigarrón se reía y permanecía cantando distintas canciones, haciendo caso omiso de todo lo que le planteaba su amiga hormiga, pues para él, ella solo era una amargada o que simplemente no le gustaba dejar de trabajar, así no tuviera nada por hacer.
Todo continuó igual, hasta que un día, mientras despertaba, el cigarrón percibió el fuerte frío que llegaba del invierno. Los árboles, a la vista estaban secos, sin ningún tipo de hojas y con copos de nieve en todo su alrededor.
Al salir, el cigarrón decidió volar en todo su entorno, vagando y percibiendo los cambios que el ambiente había tenido. Todo lo que hacía era caer nieve, frío y mucho viento. Al ver que se encontraba con un hambre desaforada y el frío dentro de sus entrañas, el cigarrón vio desde la lejanía la casa de su amiga la hormiga, por lo que decidió acercarse y pedirle su ayuda, pues era ahora más que nunca que la necesitaba.
¡Toc toc!
Hormiga, tu eres mi amiga y sé que tenías razón pero tengo frío y sobre todo, tengo hambre. ¿Puedes darme algo de comer? Se que tienes mucha comida, así como también calor de hogar, a diferencia de mi casa, donde no hay ni calor ni comida.
Al abrir la puerta, la hormiga le dijo al cigarrón: ¿Dime amigo cigarrón, qué te encontrabas haciendo mientras veías cómo obtenía y recogía mis alimentos, de día, de noche y durante la madrugada? ¿qué hacías mientras yo paseaba de un lado a otro con los granos de trigo a cuestas?
Bueno, yo cantaba debajo del sol, presumió el cigarrón.
Muy bien, ¿Eso hacías? Pues si disfrutabas cantando en el verano, ahora disfruta en el invierno. La hormiga cerró la puerta y el cigarrón pudo aprender cuál era la lección de aprovechar el tiempo en vez de ser un holgazán.
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