Existen cosas que van más allá de nuestra lógica, ocasionando que muchas personas se tomen como una broma, todo hecho que no pertenezca al mundo que somos capaces de ver y escuchar. Ese fue el caso de estos dos hermanos, que a modo de juego y para averiguar quien era el más miedoso, elaboraron una ouija en casa. Como era de esperarse, uno de ellos sí que le tenía miedo a los espíritus, sin embargo accedió a jugar al verse presionado por el otro.
Esa noche, apenas sus padres salieron de casa hacia un compromiso, dieron inicio al macabro juego. Primero colocaron un vaso sobre la improvisada tabla y manipulándolo con los dedos, comenzaron a hacer las típicas preguntas de principiantes:
—¿Hay alguien en esta habitación?, ¿Alguien que quiera hablar con nosotros? —el más valiente de los chicos preguntaba en voz alta, mientras su hermano miraba con inquietud, como el vaso se desplazaba por si solo y de manera rápida por el tablero— ¿Quién eres? —insistió el otro niño.
Dos palabras fueron deletreadas en la ouija.
E L D I A B L O
Al leer esto, el hermano pequeño quiso escapar de la habitación, corriendo y gritando aterrorizado; sin embargo, sus dedos no podían soltarse del vaso, que seguía moviéndose para contestarle a su hermano.
—¿Estás aquí? ¡Te ordeno que te manifiestes!
En ese momento, una densa neblina comenzó a inundar la habitación, y los hermanos se desprendieron del caso como pudieron. Asustados, se encogieron en un rincón en tanto una figura se materializaba ante ellos. Se trataba de un rostro deforme y demoníaco, que emitía malévolas carcajadas.
Por suerte para los niños, la niñera que los estaba cuidando escuchó el escándalo y fue a ver que pasaba.
En cuanto abrió la puerta la niebla se desvaneció, revelando a dos chicos muy pálidos y asustados.
—¿Pero qué ha sucedido aquí? ¿Qué estaban haciendo? —inquirió ella, mirando la ouija y el vaso en el suelo.
Los niños le contaron todo lo que había ocurrido a la muchacha. Si bien cualquier persona en su lugar no habría creído una palabra, ella lo hizo y decidió que de ahora en adelante iba a cuidarlos mejor.
Desde entonces no ha dejado de vigilarlos, ya que aquella noche, una extraña marca apareció en la cabeza de los niños, en forma de quemadura. Está formada por los números 666. Y esa marca significa que sus almas son del Diablo.

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