Todos conocemos las tradiciones de Navidad de las que alrededor del mundo, disfrutan los humanos: poner el árbol navideño colocar el Nacimiento, abrazarse a medianoche y darse un beso bajo el muérdago…
Pero allá en el Polo Norte, las navidades son muy distintas y los incansables trabajadores de Papá Noel hacen su propia fiesta para felicitarse por una labor bien hecha.
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, cuando el regordete hombre montó su fábrica de juguetes, los elfos estaban cansados de trabajar sin recibir nada a cambio.
¡No podían entender porque todos los niños recibían regalos y ellos, ni siquiera un mísero agradecimiento!
Así que un día, cerca de la Nochebuena, simplemente dejaron de trabajar. Papá Noel se preocupó mucho y por más que trató de convencerlos de volver a la fábrica, ellos no cambiaron de opinión.
Todo parecía perdido cuando su esposa, Mamá Noel, llegó ante los pequeños hombrecitos con una bandeja de galletas.
—Las he horneado con la más rica de mis recetas —les dijo, orgullosa—, es lo menos que se merecen por un trabajo tan bien hecho.
Entonces el mal humor de los elfos desapareció y llenos de felicidad, se dispusieron a comer las galletitas. Papá Noel los miró y sonrió.
—¿Así que de eso se trataba todo? Querían un agradecimiento, ¿por que no lo dijeron antes? —preguntó—. Voy a proponerles un trato, mis queridos elfos, si me ayudan a terminar con los preparativos para esta Navidad, Mamá Noel organizará para ustedes la fiesta más hermosa de todas. ¿Qué dicen?
Los elfos aceptaron de inmediato, emocionados al pensar en la celebración que iban a tener.
Los regalos se terminaron de ensamblar fueron colocados en cajas con papel de colores, el trineo estuvo dispuesto para recorrer el mundo y Papá Noel tuvo su traje rojo listo, justo a tiempo para lanzarse a la aventura. Mientras tanto, en el Polo Norte, los pequeños elfos y Mamá Noel celebraron como nunca.
Desde entonces se dice que no hay una Nochebuena más impresionante que la que tienen los elfos. Cada temporada de Navidad, Mamá Noel les pone la mesa con esmero, colocando cucharas de madera que muestran sus iniciales. Usando una de sus mágicas recetas les prepara pasteles con azúcar, canela y leche, en cuyo centro se halla una almendra oculta. De cenar también les dan pan de jengibre, guisos riquísimos en cazuelas de colores y tarros de cerveza.
Más tarde, después de comer, los elfos se toman de la mano y se ponen a cantar y a bailar alrededor del árbol, cuelgan calcetines de la chimenea para recibir chocolates con forma de estrellas y toda clase de regalitos.
A la mañana siguiente, cuando Papá Noel regresa de su viaje por el mundo, cansado pero satisfecho, los elfos lo reciben con la mayor de las alegrías. Él les cuenta sobre los niños a los que visita y ellos, sobre lo que recibieron esa Navidad. Si alguna vez en diciembre, te acercas hasta el Polo Norte, tal vez tengas la suerte de ser invitado a esta gran celebración.
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