Cuento enviado por Wagner Geldres (fan del blog)
Lo que pasaré a contar es algo que me sucedió hace algunos años, aun lo recuerdo con mucha nitidez, ya que es uno de los recuerdos de mi vida que jamás podré olvidar. Mi nombre es Nora, tenía 15 años y vivía en el barrio de Ramón Castilla, en un pequeño pueblo llamado Casagrande, como no hay mucha actividad comercial, típico en un pueblo pequeño, ya que no había cines ni centros comerciales a los cuales ir, todas las noches salíamos a las pequeñas bancas que hay en nuestro bloque, porque así se les llama cada grupo de casas que hay en el pueblo.
Era domingo, lo recuerdo como ayer, mi mamá me llamaba para cenar a la misma hora de siempre 7.00 p.m., comía apresurada porque como todos los días me tenía que reunir con mi mejor amiga Laura en las banquitas de mi bloque, mi mamá me decía «Nora come despacio, te vas a atorar», pero yo apresurada pasaba casi entera mi comida y todo por querer salir rápido, hasta que de pronto termine y le dije «mami ya vengo, no demoro», a lo cual mi madre respondió «ve con Dios y ten cuidado hija los domingos son pesados».
Laurita ya me estaba esperando con cierta angustia por mi demora y al verme me increpo con cierto tono de sarcasmo «mejor ven mañana con el desayuno y nos vamos juntas al cole», a lo cual respondí «que exagerada eres Lau».
Igual me senté y empezamos a charlar, la conversación se hizo amena, conversábamos de los chicos que nos gustaban, del ultimo chisme del colegio, fue una larga tertulia como a las que ya estábamos acostumbradas , el manto de la noche nos cubría y sólo nos alumbraba los pequeños foquitos de los postes de madera colocadas en cada esquina de nuestro bloque, cuando de pronto note a Laura algo sorprendida, miraba hacia el otro lado de la calle y empezó a ponerse pálida, yo le pregunté ¿lau que tienes? pero su mirada lo decía todo, yo di vuelta para ver que es lo que sucedía y a lo lejos logré divisar como una procesión se iba acercando hacia nosotros, lentamente, con unas velas encendidas, conforme iban avanzando el ambiente se ponía mas frío, nosotras estábamos heladas de tanto miedo, se escuchaba un canto triste lleno de dolor y pánico.
De pronto por un impulso muy extraño logré pararme y tome del brazo a mi amiga ya que ella no podía moverse la arrastre hacia la puerta de mi casa pero el tramo se nos hacía largo, sentía que me quedaba sin fuerzas ya que la procesión se acercaba mas y mas a nosotros, los perros aullaban, el viento soplaba fuerte y ese canto triste que nos hacía quebrarnos de miedo, saque mis llaves y de reojo pude ver que solo faltaba metros para que lleguen a lado nuestro, a la fuerza logré abrir mi puerta entre con mi amiga quien en el instante se desmayo y yo con el miedo a cuestas tire la puerta para cerrarla, pero si logre alcanzar a ver que el tumulto de la procesión eran ánimas en pena que flotaban sobre el suelo.
Mi madre salió a socorrernos, llamamos a los papás de mi amiga quienes vinieron de inmediato porque eran nuestros vecinos, luego de narrar lo sucedido nos dijeron que se trataba de la procesión de las ánimas quienes se aparecían en ciertas ocasiones y que se llevaban a los que encontraban en su camino, en realidad tuvimos mucha suerte al poder salir de su paso, por eso ten cuidado con las procesiones nocturnas no querrás que te encuentren y te lleven para unirte a ellas.
ME GUSTO MUCHO GRACIAS XD
de donde eres?
Muy buen cuento yo lo había escuchado oralmente de mi mamá.