En una granja muy lejana de la ciudad, donde no había ningún tipo de negocios, centros comerciales o hasta calles asfaltadas, sucedieron hechos que hoy día no se saben aún si sucedieron en realidad. Concretamente en una haciendo descuidada y abandonada, allí se encontró una carta del dueño describiendo las terribles cosas que sucedieron en su casa.
En ella el decía que siempre en su humilde granja apilaba las pacas de heno en orden, como todo granjero lo hace de costumbre. Siempre lo hacía cerca del establo donde se alimentaban los animales de su propiedad. Pero un día el vio que un hombre cogió todas las pacas que había apilado para ese entonces y las puso a todas 20 metros más lejos del establo, todas desperdigadas, al menos separadas cada una unos 10 metros de distancia entre ellas.
El hombre se perturbó demasiado, de tal manera que se puso muy molesto pensando que eran niños que le jugaron una broma muy pesada. Por eso bajó de su haciendo polvorienta para volverlas apilar. Estas eran grandes, no pesaban tanto pero costaba trabajo volverlas apilar como acostumbraba hacerlo desde entonces.
Juró así mismo que si agarraba a los pillos los iba a escoltar hasta su casa a punta de escopetazos. Pero lo que él no supo era que se estaba haciendo suposiciones que no valieron nada al siguiente día. El mantuvo varias horas en vigilia antes de irse a dormir e incluso, miraba por la ventana unas cuantas veces entre dormido para asegurarse de que las pacas de heno estuvieran en el mismo lugar.
Su sorpresa al levantarse por la mañana bastante temprano fue haberlas encontrado en el mismo lugar de antes. Sin embargo, esta vez estaban más separadas, cada una unos 30 metros de distancia y 50 metros lejos del establo. Por desgracia el hombre pensó lo mismo del día anterior, volvió a recoger las pacas y las metió en el establo con candado, asegurándose de tal manera que el hecho no se iba a volver a repetir a manos de quien les estaba jugando la broma pesada.
Esa noche se acostó un poco más tranquilo pensando en la seguridad que había puesto sobre las pacas de heno. Antes de amanecer, el hombre se despertó, cosa rara, sabemos que el granjero se levanta temprano, pero esta vez se había levantado al menos una hora antes de lo que acostumbraba hacerlo. Lo cierto es que al abrir sus ojos presintió con mucha fuerza que algo anormal estaba pasando a su alrededor.
Bajó al establo y su sorpresa más grande fue encontrar las puertas de par en par con el candado y las cadenas puestas la noche anterior totalmente rotas. Se acercó al lugar y para su sorpresa encontró un mar de sangre, al parecer uno de sus caballos había sido decapitado, mientras que otro estaba desmembrado y descuartizado. Entre todo este desastre, el aún se preguntaba ¿Dónde están las pacas de heno?
Enseguida miró a su alrededor y notó que estaba amaneciendo. El reflejo de la luz le hizo ver que las pacas estaban alineadas en el perímetro de la granja, esta vez un poco más lejos, formando un círculo en su granja. La noche siguiente dormiría con su escopeta y una jarra de café en su regazo para asechar al delincuente.
Pero cuando ya se estaba quedando dormido en la silla frente a su hacienda, a las 3 AM, vio a lo lejos como una figura se movió entre los arbustos lejanos de la entrada. Le describe como una criatura sin piel, cuando se acerca este se hace mucho más grande, calculándole unos 4 metros de altura, aunque esta se arrastraba y caminaba a la vez en seis patas rápidamente hacia la granja.
El granjero termina la carta con un final lamentable. Dice que la criatura parecida a una mantis rompió la puerta y en ese mismo instante el metió una bala en su cabeza con la misma escopeta. Lo más extraño de todo es que al día de hoy no se encuentra el cuerpo del sujeto.
¡Sé el primero en comentar!