Todo se remonta en el año 1968, una familia vivía feliz en un pueblo en Argentina, esa familia estaba conformada por 4 integrantes: una niña, un niño, una madre y un padre.
El padre era carpintero y estaba haciendo su mejor trabajo hasta ahora. Un altar. Ese altar se veía magnifico, tenía talladas rosas, era de madera perfectamente tratada y lijada, los detalles estaban bien hechos, una obra maestra.
Un día su hijo estaba jugando tranquilamente en el patio cerca del altar. De repente el niño tropezó sobre una piedra y cayó encima del altar en el que tanto trabajo su padre, rompiéndolo completamente. El padre al ver lo que había hecho su hijo, enloqueció y lo agarro de los pelos en un ataque de rabia. El hombre poso el cuello del pequeño sobre la corta leña en la que tenía una cuchilla muy afilada, y con un movimiento, golpeó su cabeza y lo decapitó.
El padre al darse cuenta de lo que había hecho, enloqueció completamente. En su locura tomó un hacha, fue a su casa y ahí sucedió el desquiso total: agarro a su esposa y le cortó la cabeza, haciendo que salpicara sangre por toda la cocina. Luego fue por su hija que estaba durmiendo y sin dudarlo, le corto la cabeza también. La cama quedó manchada de sangre.
Una vez que todos estuvieron muertos, los enterró atrás de la casa. Pasaron dos semanas, el hombre loco no salía a ninguna parte, estaba rearmando el altar, pero con un toque especial: el altar tenía clavadas las cabezas de los niños y su mujer.
Un día mientras estaba tranquilo arreglando el techo, se subió a una escalera y una fuerza sobre natural lo empujó hacia atrás. El hombre cayó en el corta leñas y su cabeza fue cortada de su cuerpo.
Así fue como toda familia se reunió, condenada a no poder descansar en paz. Se dice que de noche las luces de la casa se prenden y se ve a la familia comiendo y haciendo su vida, pero nadie sabe que ellos están muertos.
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