Relato corto de
Esta mañana cuando me desperté, noté que algo extraño pasaba en mi casa. Se sentía en el ambiente. Bajé a la sala y me di cuenta de que el árbol navideño que con tanto esmero habíamos puesto anoche, no estaba. Dudaba que mis padres lo hubieran quitado, al ver la emoción de mi hermanita.
No había regalos y lo que era aun más inquietante, las fotografías familiares en las que yo aparecía habían desaparecido, además de mis propias fotos. Vi a mi perra acercarse a mí y gruñirme como si fuera un desconocido.
Aquello definitivamente comenzaba a ponerse extraño.
—¿Mamá? ¿Papá? —llamé, sin obtener respuesta— ¿Stacey? —mencioné a mi hermanita.
Ninguno de ellos se encontraba en sus habitaciones. Probablemente se habían ido a casa de mi tía, como todos los años en Navidad, pues era ahí donde nos reuníamos con nuestros familiares. ¿Pero cómo podían haberme dejado aquí solo?
Furioso, me puse mi abrigo y salí a toda prisa de mi hogar, dirigiéndome a la calle en la que vivía mi tía. Me extrañó no ver el Ford negro de mi padre estacionado en el garaje, pues nunca lo sacaban para ir con la tía. No cuando podíamos ir perfectamente caminando. Supuse que esta vez les había dado pereza.
Camino hacia allá me encontré con una escena espantosa: en una casa de dos pisos, un loco se había a estrellar con un coche negro justo en la sala de estar. El vehículo había atravesado por completo la ventana, arrasando con la estructura y derrumbando a medias el piso superior. La policía había acordonado el lugar y los vecinos se habían concurrido, curiosos y aterrorizados, al ver tal locura.
Sentí un escalofrío correrme por la espina dorsal y continué hasta casa de mi tía, ansioso por estar con mi familia. No dejaba de tener la sensación de que había algo que andaba muy mal.
Divisé la vivienda de mi tía a lo lejos y corrí hasta la puerta. Por la ventana vi que toda mi familia ya estaba reunida en la sala de estar, pero no se encontraban felices. Iban todos vestidos de negro y parecían muy tristes. Mi madre lloraba desesperada.
Atravesé la puerta, dispuesto a preguntar que pasaba, cuando un torrente de recuerdos me asaltó con tal fuerza que temí desmayarme ahí.
Me vi a mi mismo con mis amigos, bebiendo cervezas y pasándola bien. Subía al auto de mi padre bastante pasado de copas y pisaba el acelerador a fondo, conduciendo por una calle nevada para llegar a casa lo antes posible. Creo que me pasé un alto, o dos; de repente un estallido y oscuridad total. Cuando volví a la conciencia, me estaba ahogando con mi propia sangre.
Luego todo se volvía negro a mi alrededor…
Esta mañana cuando me desperté, noté que algo extraño pasaba en mi casa. Se sentía en el ambiente. Bajé a la sala y me di cuenta de que el árbol navideño que con tanto esmero habíamos puesto anoche, no estaba…
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