Érase una vez, en las lejanas tierras de Buenos Aires, se encontraban un par de ratoncitos, los cuales cada día se veían más y más enamorados, se percibía la felicidad a kilómetros, les encantaba divertirse jugando a las escondidillas, así como también compartir pequeños trozos de queso en la hora de la merienda, pues estaban convencidos que eran el uno para el otro.
Sin embargo, el padre de la ratoncita no estaba muy convencido de ese amor, pues era muy protector con ella, por lo que no le parecía la mejor opción para su hija. Un día le confesó a su esposa:
– Sabes que nuestra hija se merece, alguien mejor, alguien importante para compartir su vida, yo quisiera que se case con el sol, pues puede protegerla y darle lo que merece, así que el ratoncillo con el que está puede ir desapareciendo desde ya.
El padre de la ratoncilla, empezó a organizar la boda con el sol y ella escuchando todo desde su habitación, quedó realmente asombrada y asustada. Decidió contárselo a su amado novio.
-¿Qué haremos?, dijo la ratoncilla, mi padre es capaz de todo y sé que me puede obligar si no hago algo a tiempo. Yo lo que quiero es casarme contigo, no con ningún sol ni nadie más.
-Tranquila amor, afirmó el ratón enamorado, ya haremos algún plan.
Estos enamorados se veían cada día bajo la sombra de un árbol de naranjo, intentando buscar una solución al plan que tramaba el padre de la ratoncilla, hasta que un día se encontraron con una ratona muy vieja, caminando con un bastón, pero a pesar de ello, muy lúcida.
Sabiendo que estaban tristes, esta vieja ratona, se acercó al par de enamorados y les dijo: -Sé que están un poco afligidos por la situación de tu padre, pequeña ratoncilla pero iré a hablar con él para quitarle esas locas ideas.
Al llegar a la casa de la ratoncilla, la vieja ratona dijo: Buen día señor, ya me he enterado lo que planea para su hija y lo que está haciendo es la peor decisión, porque a pesar de que el sol es el astro más grande, no quiere decir que sea el más fuerte, pues no es así.
-¿Por qué lo dice, Sra ratona?
Seguro no se ha dado cuenta que el sol se esconde detrás de las nube, esto es porque es muy cobarde ante algunas situaciones.
Tiene razón, dijo el padre, la casaré con una nube.
-¿Una nube? Tampoco es una buena elección, con los grandes vientos, estos siempre consiguen mandar a las nubes bien lejos con un solo soplido. La mejor opción es un ratón, uno igual que ella.
-También tiene razón Sra Ratona, creo que esta vez, me tocó perder y cambiar mi decisión, aceptaré al amor de su vida, ese ratoncillo que pensé que no era la mejor opción, pero me equivoque. Ante todo el amor que tiene por mi hija.
¡Fue así como los ratoncillos se casaron como en un cuento de hadas y vivieron felices para siempre!
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