Personajes
– Jorge (Protagonista)
– Ardilla.
ACTO I
En escena se encuentra: Jorge y Ardilla
Jorge se encuentra en una autopista, conduciendo en su coche. Las luces de las farolas parecen disolverse a su alrededor mientras conduce, avanzando hasta su casa. La ciudad parece turbia, arremolinándose por ese tiempo que actúa en el futuro próximo.
Jorge se encuentra nervioso, deseando poder llegar a casa para encontrarse con sus hijas. En esos momentos para de conducir. Las luces parecen detenerse junto con él. Se mira por unos instantes en el retrovisor del coche y suspira.
– Jorge: Deben odiarme, casi nunca estoy con ellas.
Coge sus llaves y sale del coche atormentado. Mientras tanto, como si fuese un tic juega a darle vueltas sus dichas llaves, tintineándolas.
Jorge: Siempre trabajo, trabajo y trabajo… pero nunca consigo sacar tiempo para ellas, ¿qué puedo hacer?
Justo en esos momentos, una bellota le cae a Jorge en la cabeza.
Jorge: ¡Au! Pero, ¿qué ha sido eso?
Jorge frota su cabeza y mira hacia todas partes, incluyendo el árbol que está sobre él intentando ver de dónde proviene el golpe. Es entonces cuando ardilla da unos pequeños saltos hasta dejarse ver por el capote del coche de Jorge. Ardilla tiene entre sus manitas otra bellota, que mordisquea con sus pequeños pero afilados dientecillos a la vez que mira a Jorge sin corte alguno. Jorge, en cuánto ve la ardilla pega un bote muerto de miedo, ya que les tiene un especial temor a las ardillas. Cree que sus dedos son feos, con articulaciones de lo más extrañas además de arrugadas.
Jorge: ¡Vete ardilla horripilante! ¡Márchate de aquí!
Jorge con su chaqueta trata de espantar a la pequeña y roedora de bellotas, propinándole varios golpes que a decir verdad no conseguía tener mérito alguno, puesto que no se marchaba.
Ardilla: Humanos… .
La ardilla daba pequeños saltos como si la chaqueta fuese una cuerda de diversión y saltase la comba en el recreo.
Ardilla: Siempre asustándose de hasta una pequeña hormiguita.
Le tiró la bellota que tenía entre manos dándole un buen golpe de nuevo en la cabeza. Jorge, quedó noqueado tras ver que la ardilla podía hablar. Señalaba su diminuto y peludo cuerpo con su dedo con la boca entreabierta, noqueado, sin poder emitir ningún tipo de sonido o palabra.
La ardilla entonces dio algunos botes hacia él, algo preocupada por su reacción. Eso sí que le daba algo más de miedo, que sabía que los humanos no siempre reaccionaban bien ante lo desconocido o lo sumamente extraño.
Ardilla: ¿Te encuentras bien? No irás a matarme, ¿verdad?
Jorge cerró los ojos con fuerza, aun estando inmóvil con el dedo más tieso que sus palabras estancadas por su tráquea. Intentaba comprobar de esa forma, que la ardilla habladora no era real, que todo era cosa de su imaginación.
Jorge: Tú… tú… ¿cómo es posible que puedas hablar?
La ardilla movió sus brazos con gesto de espectación, transmitiendo con su cuerpo que lo que estaba preguntando Jorge resultaba ser evidente.
Ardilla: ¿Pues no ves que es así? Estoy aquí y…
Ardilla le otorga a Jorge un buen mordisco en la nariz.
Jorge: ¡Au! ¡¿Por qué narices has hecho algo así?! ¿Estás loca?
Ardilla: No, no, no… . Tú estás mucho más loco.
Jorge: ¿Yo? ¿Por qué dices algo así?
Jorge se puso la chaqueta, comenzaba a tener frío a pesar de lo acalorada que parecía estar siendo esta realidad tan irreal. Ardilla, analizaba a Jorge dando algunas vueltas sobre él, pensativa.
Ardilla: Vaya, vaya… .
Jorge: Vaya, vaya, qué.
Ardilla: Con que eres de esos, ¿verdad?
Jorge: ¿De lo de qué?
Jorge comenzaba a enfadarse con la pequeña peluda, ya que no sólo le estaba dando a ver que algo así como su emisión de voz y comunicación, era algo posible que no sólo sucedía en las películas, sino, que además la tía parecía estar disfrutando de algo que él no sabía percibir sobre sí mismo. Y eso le estaba comenzando a parecer un tanto insultante.
Ardilla: Me juego lo que sea, a que tienes hijos y mucho dinero, pero nunca puedes aprovechar el tiempo para disfrutar de ese dinero que tanto te ganas con tu propio tiempo, para jugar con o experimentar con todo lo que has creado.
Jorge: ¿Cómo sabes todo eso?
Ardilla: No lo sé.
Jorge: ¿Disculpa?
Ardilla: Que no lo sé. Pero sí es cierto que has dicho antes algo como… »Urrrg, trabajo, trabajo, trabajo…».
Jorge puso los ojos en blanco, como si comenzase a entender la intromisión de la ardilla en su vida tan de repente.
Jorge: Ya lo entiendo todo. Mis hijas te han domesticado y han puesto algún micrófono oculto por ahí para decir lo que piensan a través de ti.
Ardilla: De eso nada. ¡Soy real tío! ¿Qué no me ves? ¿Estás ciego? ¡Mira qué carnes!
La ardilla saca su barriga tratando de mostrarle sus carnes cerveceras, absolutamente orgulloso de su tipo animal. Jorge arqueó una ceja, se llevó las manos a la cabeza intentando aceptar lo que estaba viendo en estos momentos.
Jorge: Por Dios… una ardilla acaba de enseñarme sus lorzas, ¿quién me ha drogado?
Jorge se acercar hasta un retrovisor lateral de su coche para mirarse las pupilas desde cerca, comprobando de algún modo si ha llegado a intoxicarse con alguna comida que pudiese estar haciéndole alucinar de algún modo.
Jorge: Pues mi aspecto parece estar bien… .
Ardilla: ¡No estás nada bien! Tienes ojeras tío. ¡Mira, mira!
La ardilla coge la cara de Jorge y le pega una palmadita en la mejilla para que despierte de su bobería.
Ardilla: Y esas ojeras, son de trabajar y no jugar con tus hijas.
Jorge: Tienes razón… . Mis hijas merecen más de mi tiempo, no sé que estoy haciendo con mi vida.
Ardilla: ¡Pues espabila! Vete con ellas de una vez, en vez de estar perdiendo más tiempo aquí, pensando en lo mal padre que eres. Hazles la cena o algo, ¡venga!
Y entonces la ardilla le metió una patada en el culo hasta encaminarlo por la vía más adecuada; hasta sus hijas.
ACTO II
Personajes en escena: Jorge
Jorge se despierta en su cama, con las ideas mucho más claras. Bosteza y se frota los ojos con una sonrisa, porque sabe que a partir de ahora tendrá más tiempo para sus hijas y menos trabajo… .
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