Clarita normalmente era una niña muy aplicada, que siempre hacía todas sus tareas a tiempo. Aquel invierno, como deber para antes de vacaciones, su maestra le había encargado escribir un pequeño cuento sobre el significado de la Navidad, ya que era la mejor alumna de la clase de redacción.
Por desgracia, Clarita se había quedado sin inspiración. En casa, sus papás no hacían más que discutir todo el tiempo, ya que los habían despedido de sus empleos y se les estaba acabando el dinero que tenían ahorrado. Para colmo, ella misma se había enfadado con su hermano y lo peor, es que de un tiempo a acá no hacía más que ver escuchar malas noticias, en la radio, la televisión, los periódicos y el Internet…
Realmente no estaba de humor para escribir un cuento navideño.
—¡Ya sé! —dijo Clarita— Voy a escribir una historia que de mucho, pero mucho miedo. ¡Al cuerno con la Navidad!
Esa noche, de la pluma de la niña brotaron las palabras más lúgubres y escalofriantes, más dignas de un cuento de Halloween que de la historia navideña que esperaba la maestra. Tan inmersa estaba Clarita en su redacción, que se llevó una sorpresa cuando de pronto, la luz eléctrica fue cortada en su casa.
—¡Qué mala pata! —exclamó ella.
Tan cerca que estaba de concluir su cuento y ahora, sucedía esto. Aquella realmente, estaba resultando ser la peor Navidad de todas.
Desconsolada, Clarita se acurrucó en un rincón de su habitación para llorar. De pronto, un destello surgió en la oscuridad. La niña levantó la cabeza esperanzada, pensando que tal vez, un ángel o el hada de la Navidad habían llegado para ayudarla… sin embargo, enseguida se volvió a decepcionar al ver que solo se trataba de una luciérnaga.
—Parece que hoy todo va a salirme mal —se quejó ella.
No obstante, al ver a aquella diminuta luciérnaga, Clarita de pronto tuvo una idea. Tomó su farol de cristal y salió al jardín a cazar tantas luciérnagas como le fue posible, hasta que su resplandor fue capaz de iluminar por completo su habitación. Gracias a aquellas criaturas tan pequeñas, ella pudo sentarse a concluir de una vez por todas su historia, que terminó siendo de Navidad como le había indicado la maestra.
En la escuela, todos se quedaron muy sorprendidos al leer el cuento de Clarita. Era un relato conmovedor, que hablaba sobre los momentos oscuros que a veces se apoderaban del mundo y como, a pesar de los problemas, siempre se podía encontrar una luz de esperanza al final.
Su maestra subió el cuento a Internet, donde fue leído por millones de personas. Y logró inspirar tanto a esos lectores, que aquella Navidad la gente se animó a perdonar, a compartir con quienes más lo necesitaban y esparcir la alegría adonde fueran. Incluidos los padres de Clarita y su hermano, que prometieron convertirse en una mejor familia.
Después de todo, esa Navidad resultó ser la más bella de todas para una niña con mucha imaginación.
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