Lo que vas a leer a continuación, más que ser un cuento de terror, es uno de los casos más inexplicables y macabros del mundo. Un 27 de enero, hace no demasiados años, una expedición de estudiantes rusos se organizó para subir por el Monte Otorten, ubicado en la cadena de los fríos Urales de Rusia. Eran siete hombres y dos mujeres conducidos por Igor Dyatlov, líder del grupo con cierta experiencia en acampar en las afueras.
Partieron con rumbo al norte y a mitad del camino, uno de los integrantes, de nombre Yuri Yudin, se devolvió por donde había venido debido a su inconveniente estado de salud. El resto de sus compañeros prosiguió con la expedición.
Debido a las duras condiciones climáticas de la zona, se esperaba recibir de ellos un telegrama antes del 12 de febrero, que confirmara que se encontraran bien y que iban de regreso al poblado de Vizhai.
Ese mensaje sin embargo, jamás llegó.
Preocupados, sus familiares acudieron con las autoridades que rápidamente organizaron una expedición de búsqueda. Helicópteros y expedicionistas peinaron el área hasta hallar un campamento destrozado y abandonado en las faldas del Monte Kholat Syakhl. Hasta allí habían llegado los estudiantes.
Las tiendas de campaña se hallaban completamente desgarradas, como si desde el interior hubieran estado desesperados por salir; algo descabellado, teniendo el cuenta el crudo invierno de Rusia.
Cuatro de los cuerpos de los estudiantes fueron encontrados sin vida, calzados solo con su ropa térmica y en una posición que daba a entender, que habían estado huyendo despavoridos de alguien… o algo.
Pasarían un par de meses antes de que encontraran el resto de los cadáveres, sepultados bajo la nieve.
Pero lo peor estaba por descubrirse. Las autopsias posteriores revelaron lesiones mortales en tres de los nueve cuerpos. Uno exhibía un golpe considerable en el cráneo, mientras los otros dos mostraban fracturas espantosas en su caja torácica, equiparables a las provocadas por un vehículo de grandes dimensiones. A una de las chicas le habían arrancado la lengua y en cada uno de los restos de los chicos que fueron hallados al último, se encontraron niveles de radiación muy altos.
Además de esto, se constató que los cuerpos de los muchachos tenían una extraña tonalidad marrón, que fue inexplicable para los expertos. Finalmente, fueron entregados a sus familias para los funerales, sin hacer más indagaciones.
La hipótesis más extendida sobre el caso, señala que los individuos, en un estado de ansiedad extremo, desgarraron la tienda de campaña y salieron en ropa interior térmica al exterior, aterrorizados por algo desconocido.
El paso Dyatlov fue llamado así en honor a Igor Dyatlov, y una lápida simbólica colocada en las inmediaciones, para recordar a los estudiantes fallecidos. Por tres años, al acceso al lugar se vio restringido.
¿Qué ocurrió realmente en el paso Dyatlov? ¿Habrán sido aquellos estudiantes víctimas de algún experimento militar secreto que alteró su comportamiento? ¿Sufrieron una crisis de pánico o se encontraron con algo que amenazaba sus vidas?
Hasta este día, el enigma sigue sin resolverse.
Increíblemente, este hecho en realidad sí pasó, por la década del 90 más o menos, y hasta la fecha nadie sabe de que murieron estos excursionistas. Excelente relato!!!!