Todo mundo sabe que Papá Noel es el personaje más querido de la Navidad, pues con sus regalos y bondad se encarga de llevar alegría a todos los niños del mundo. Pero, ¿sabías tú que él tiene un ayudante que se encarga de hacer entrar en razón a los niños que se portan mal? Pon mucha atención, pues en este cuento corto lo vas a descubrir.
Un día, Papá Noel estaba en el Polo Norte, revisando las cartas que todos los niños del mundo le enviaban con sus listas de regalos. De pronto, tomó la carta de una niñita llamada Emily, que decía lo siguiente:
Querido Santa:
Este año no quiero que me traigas juguetes, pues mi hermanito es muy malo y los destroza todos. Lo único que quiero pedirte es que hagas de él un niño bueno, ya que siempre me molesta y le jala las orejas y la cola a mi perrito.
Con mucho amor
Emily.
Conmovido, Santa revisó la lista de los niños que habían sido buenos y comprobó que Emily estaba ahí. Era una niña muy amable, que siempre ayudaba con las tareas de la casa y sacaba buenas calificaciones en la escuela. En cambio su hermanito, Henry, era el chiquillo más malcriado del mundo. Él siempre le contestaba mal a sus padres, peleaba con sus compañeros y atormentaba a su hermana y a su mascota. Por eso era que figuraba en la lista de los niños malos.
¿Pero qué se podía hacer para cambiar a un niñito que era tan caprichoso?
Santa Claus se acordó entonces de que en los Alpes Suizos vivía una enorme criatura peluda y con cuernos, a la que llamaban el Krampus. Todas las Navidades bajaba de las montañas para asustar a los niños, sobre todo a los más traviesos.
Así que tomó su trineo y se dirigió a Suiza para visitarlo.
—Estoy en busca de un ayudante para que me ayude a cambiar a los niños malos —le dijo Santa—. ¿Te gustaría ser mi ayudante? Todo lo que tienes que hacer es asustar a esos niños y por la noche, en vez de regalos, les dejas un trozo de carbón. Tal vez así reflexionen sobre su comportamiento y decidan cambiar para ser buenos.
A Krampus le fascinó la idea y aceptó encantado.
Esa Navidad, Henry, el hermanito de Emily, vio como una criatura monstruosa y con dos cuernos se le aparecía en sueños. Se despertó sobresaltado y corrió al arbolito para ver sus regalos, pero lo único que encontró fue un pedazo de carbón con una nota:
Los niños malcriados no reciben obsequios, sino carbones tan negros como sus corazones. Te aconsejo que comiences a portarte bien. Tu amigo, Krampus.
Aquella Navidad, Henry aprendió una gran lección decidió ser una mejor persona. Ya no era grosero con su familia ni con sus compañeros, y a su perrito lo cuidaba con el mayor de los cariños. Al año siguiente, Santa Claus estuvo muy contento de verlo en la lista de niños buenos y lo llenó de regalos.
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