En una solitaria terminal de autobuses, cosas extrañas ocurren. Jonás, empleado nocturno, está por descubrir un hecho escalofriante que demuestra que tal vez el lugar está siendo acosado por presencias del Más Allá.
Era más de medianoche cuando todo ocurrió. Se encontraba en la taquilla de venta de boletos; un punto poco frecuentado a esas horas de la noche. Sin embargo, de vez en cuando había personas que ocupaban viajar de madrugada. Así que alguien tenía que venderles sus tickets. El trabajo no estaba del todo mal, pero Jonás se aburría montones.
En ese momento, los últimos autobuses en turno ya se habían marchado y la terminal estaba desierta. De pronto, le pareció ver que uno de los vehículos encendía las luces.
Frunció el ceño. No sabía que hubiera chóferes aún en el establecimiento. O tal vez alguno había regresado.
Intrigado, Jonás salió de su caseta y se dirigió a investigar que estaba pasando. Al parecer alguien estaba a bordo del autobús mencionado, encendiendo y apagando las luces intermitentemente. Pero desde donde estaba no veía a nadie.
—¡Eh! ¿Quién demonios está ahí? ¡Este no es un lugar para jugar! —Jonás abrió la puerta del camión, esperando descubrir a quien estuviera haciendo aquello.
Tal vez un niño o algún borracho que se había colado en la terminal; seguramente estaría agachado detrás del volante.
Pero cuando subió no había nadie.
—Que extraño… –se dijo.
Seguramente el autobús estaba descompuesto y por eso lo de las luces…
El sonido del motor arrancando lo sacó de sus pensamientos, dejándolo helado. Se quedó observando el asiento vacío del conductor y vio como la llave giraba lentamente, como si una mano invisible la estuviera manipulando. Era imposible…
El camión intentó arrancar un par de veces, sin éxito. Luego las luces volvieron a prenderse. Y Jonás se bajó corriendo, pálido y horrorizado.
Sus gritos llamaron la atención del vigilante, que era la única persona aparte de él que trabajaba por las noches.
—¡Cálmese, hombre! Parece como si hubiera visto un fantasma.
—¡Es que creo que eso es justamente lo que vi! Allá… en el autobús de la línea 15…
Extrañado, el vigilante lo acompañó a verificar el vehículo pero cuando llegaron, este se encontraba apagado.
Jonás juró y perjuró que lo que había visto era real. El vigilante le colocó una mano en el hombro, asintiendo.
—Hijo, sé de lo que estás hablando, porque una vez yo también lo vi. Tú entraste a trabajar aquí hace poco, pero esto pasa de vez en cuando. Aunque no muchos lo hemos visto. Siempre pasa en la línea 15. No sé lo que haya ocurrido exactamente con ese camión, pero presiento que su chófer se niega a abandonarlo. Y eso que nos dejó hace años. Si quieres mi consejo, la próxima vez solo ignóralo.
Esta historia está basada en un hecho ocurrido en la línea 15 de la terminal de autobuses de Lomagrande, Paraguay. Hoy, a raíz de este suceso, ha surgido una de las leyendas urbanas más populares del lugar.
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