En viejos tiempos, en los que los duendes llegaban a moverse por las distintas zonas de los pueblos, ningún humano habría podido inventarse alguna mala historia con uno de ellos.
Sin embargo, había un duendecillo que era reconocido por todos por sus múltiples travesuras y por la fama que muchas de ellas le había acarreado, pues en muchas ocasiones se iba burlando de todas las personas que pudiese.
El pasatiempo del duendecillo Truco, no era más que querer deslizarse cuando se hacía invisible dentro de todos aquellos hogares donde hubiese algún niño pequeño, especialmente los recién nacidos, dado que podía atravesar las paredes y abrir las puertas sin que nadie lo viera.
No obstante, cuando alguien le decía que ya no hiciera más eso con los niños porque se asustaban, él siempre respondía ¿para qué? Ja ja ja, no me regañes, estás esforzándote para nada.
Un buen día, cuando el duende intentaba hacer una de sus fechorías, tenía planeado arrancar el chupete al bebé de una sola vez, mientras él dormía de forma muy relajada.
Al verlo, el pequeño se veía muy asustado y a la vez molesto, por lo que empezó a llorar tan estruendosamente que en seguida la mamá y toda la familia fue a verificar por qué lloraba.
Ellos se colocaron alrededor de la cuna para intentar consolarle y calmarle de forma no volviera a llorar, ya que pensaban que lo mismo podía pasar toda la noche si no sabían por qué lloraba.
Mientras los padres estaban con el pequeño, el duendecillo escondido, no se quejaba de sueño, sino que se carcajeaba sin ningún complejo saltando de un lugar a otro dentro de la habitación del bebé.
Después de varios días, para su infortunio, el duendecillo Truco entró en una vivienda donde vivía como uno más de la familia y Bella, la mascota del hogar, tenía el privilegio de detectar a los duendecillos que se hacían pasar por invisibles.
Esta cualidad afectó al tremendo geniecillo que no lo sabía y una noche al llegar a esta casa, mientras la familia disfrutaba de un plácido descanso, el pequeño duende se atrevió a jugar una de sus bromas.
Al llegar al dormitorio, Bella la canina, descubrió que el pequeño duendecillo se había tirado una jugarreta de las de siempre y vio cuando truco se mecía en la lámpara y a la vez aflojaba la bombilla para que todos creyeran que pasaba algo malo.
Bella, la mascota fue acercándose a él de manera disimulada y en cuestión de segundos lo llegó a atrapar con tal rapidez que el duende no le quedó más remedio que reaccionar y escabullirse donde pudo.
Bella lo persiguió tan rápido que lo encerró en una burbuja de jabón que ella misma había construido para él. “Serás mi prisionero” le dijo al duendecillo, mientras no dejes de molestar a los más pequeños.
Y así fue como el pequeño duende aprendió a no hacer más bromas pesadas a los bebés que tanto se asustaban por su culpa.
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