La tienda de muñecas siempre fue un lugar misterioso lleno de secretos, su dueño el señor Oliver era el responsable de fabricar estas hermosas muñecas, trapo, cerámica y madera eran sus materiales favoritos.
Muy populares y buscadas por coleccionistas de todo el mundo, las muñecas guardaban un carisma único que intrigaba a los espectadores.
El problema era que el señor Oliver le gustaban mucho sus muñecas, no vendía a cualquier persona y se guardaba para si mismo una amplia colección, durante los últimos años ha trabajado por encargos de pudendos ciudadanos provenientes de diferentes partes del país y el mundo.
—Buenas tardes, ¿es usted el señor oliver, fabricante de muñecas?— dijo tímidamente Liana
—Así me dicen señorita, en que puedo ayudarle— Observaba a la mujer detenidamente
—He escuchado que es el mejor fabricante de muñecas, se que es un hombre muy ocupado pero me gustaría que fabricara una para mi—
—No puedo, ya no hago muñecas— Continuo trabajando en su tienda
—Pagare lo que sea necesario señor, es para mi hija—
—No tiene lo necesario para pagarme—
—Haré lo que haga falta señor—
—Venga a verme en una semana y terminare su adorada muñeca—
Liana dejo las especificaciones de como quería la muñeca, desde muy niña adoro las muñecas artesanales, la del señor Oliver parecían tan reales que cualquiera la confundiría con una niña de verdad. Ella vivía en un pueblo a 20 minutos de gran ciudad donde la aclamada tienda del señor Oliver se encontraba.
—Cariño no se como decirte esto pero Sofía ha desaparecido— Ruben el marido de Liana mostraba gran dolor en su rostro.
Liana no pudo con el dolor, callo al suelo, su llanto estremeció a multitudes, durante varias semanas las labores de búsqueda continuaron, pasaron meses, luego años.
Un día un paquete llego a el hogar de Liana quien ahora vivía sola después de separarse de su marido, abrió una carta.
«Estimada señora Burgos hace años que encomendó a mi realizar esta muñeca la cual pago por adelantado, me sorprende que no la retire de la tienda, me hubiera quedado con la hermosa pieza pero mi ética no me lo permite, espero que valore esta obra de arte»
Aparto la carta, con mucha curiosidad examino el paquete, la muñeca era verdaderamente hermosa, pero tenia algo extraño, cuando pudo descifrar que era las lagrimas habían inundado sus ojos.
Era terrorífico el parecido que tenia a su hija, se podría decir que eran idénticas, tenia que saber porque eran tan parecidas así que llamo al señor Oliver.
—Querida, prometiste pagar el precio para tener la muñeca perfecta, y afortunadamente lo hiciste, querías una de mis obras de arte y pagaste por ella—
—Pero porque se parece tanto a mi hija, usted nunca la ha visto—
—Porque ella es tu hija—
Fue sorpresivo, no entendía, que quería decir el señor Oliver.
—Muchos desean una muñeca perfecta pero no quieren correr con el precio, para tener una muñeca perfecta no hay nada mejor que inmortalizar la inocencia de una dulce niña en cerámica, madera o trapo—
No encontraba palabras para expresar el horror que sentía
—Si quieres saber, si sufrió, pues si sufrió y mucho pero ahora ya no, ahora es una hermosa muñeca que no siente nada, pero podrá observar todo a su alrededor, espero disfrutes tu muñeca—
No sabia que creer, miraba a la muñeca y esta parecía observarla, como queriendo decir algo, tan solo si no hubiera querido una muñeca, algo que se supone no tiene vida, para poder apreciarla por siempre sin que se deteriorara.
Ahora tenia a su querida hija y la muñeca que tanto quería.
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