La historia comienza con Genaro, un joven que tenía un juego favorito, el hipnotizador. Un día quiso convencer a todos sus amigos de entretenerse junto a este gran juego, donde debían sentarse con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas.
Mientras estaban sentados, Genaro con su capa negra decorada con estrellas se tapaba y destapaba, eligiendo a quien iba a hipnotizar diciendo unas palabras mágicas y pronunciándolas al compás del baile de un hermoso colgante de cuarzo que se sumerge en la mirada de quien está jugando.
Fue así como pasaron varios de sus amigos, cuando de repente tocó el turno de María, una de sus amigas, que con el frío de invierno quería entretenerse un poco con Genaro. Sin embargo, algo marcó la pausa y el silencio de todos. ¿Qué paso?
¡Había hipnotizado a la pequeña María!, simplemente con decir las palabras: Abra cadabra, abra la mente y transforma a mi amiga en una gata, sino lo hace una prenda ha de tener.
María empezó a caminar de un lado a otro a cuatro patas, lamiéndose las manos y desperezándose, a los segundos pronunció un profundo: miau, poniéndose patas para arriba, además de otras muestras que indicaban que sí estaba hecha toda una gata.
Cuando la mamá llegó para llevar a María a casa, ella se fue super contenta a cuatro patas y meneando su parte trasera como si tuviera cola. Todos se miraban extrañados, unos con otros, pero pensaban que María le tomaba el pelo a Genaro pero él tenía sus dudas y pensaba ¿cómo hacer para deshipnotizarla? O si la mamá vendría a quejarse con la de él.
Genaro, durante esa noche no tuvo apetito en lo absoluto y se sabía preocupado por toda la situación que había enfrentado ese día. Al ponerse la pijama e irse a la cama, su mamá lo llamó y le dijo: Hijo, al teléfono está la mamá de María, dice que está muy preocupada por algo que pudiste hacerle a su hija.
Uy, dijo Genaro, ahora si me he metido en un problema mientras se dirigía a atender el teléfono, además en su mente pasaban imágenes de castigos y visualizándose encerrado, sin salir a ver a sus amigos.
Al tomar la llamada, Genaro Balbuceó: ¿Ho-Ho-Hola?
Hola tonto, es Maria, ¿te asustaste? Dijo riéndose mientras lo escuchaba tartamudear. Quise solo hacerte una pequeña broma. Mientras que Genaro con voz de despreocupado le contestó:
Ja, ja, ja, para nada por algo sé hipnotizar, conozco cuándo se hipnotiza de verdad y cuándo no, siempre supe que solo te hacías la hipnotizada.
María le replicaba: No te creo absolutamente nada, sé que estabas asustado porque se te veía en el rostro. No sabes aceptar que fue muy buena broma de mi parte, estabas muerto de miedo al atender esta llamada. Solo quería escuchar si aceptabas o no que te equivocaste, ¡ah! Y reírme un rato más de ti. Nos vemos mañana.
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