Navidad es una época de felicidad para los niños, en la cual pueden comer todos los dulces que quieran y recibir los regalos que más quieren. Sin embargo, toda moneda reluciente tiene un lado más oscuro y las fiestas de fin de año, se ven ensombrecidas por una vieja leyenda que sigue siendo el terror de muchos niños europeos.
Así como se habla de la presencia benévola de Papá Noel, existe una criatura llamada Krampus, un ser conocido en todo el continente europeo por castigar a los niños que se portan mal de forma siniestra.
El Krampus es un ser despiadado muy parecido a un fauno, con grandes cuernos sobre su cabeza, un pelaje tupido y áspero, garras enormes y una lengua roja y bífida. Su mirada es perversa y hace temblar a chicos y grandes. Vive en las montañas alpinas y baja a los pueblos durante las vísperas de Navidad, a partir de cada seis de diciembre, para llevarse a los niños que han sido malos durante todo el año.
Si no se arrepienten de corazón no importa cuanto intenten esconderse, pues el Krampus siempre los encontrará con su olfato particular. Cuando los encuentra, los va metiendo en una cesta que carga todo el tiempo a la espalda, para llevarlos al infierno. Antes de ello, los pobres son atormentados para que pidan perdón por el mal que han hecho. Los que lo hacen con sinceridad pueden librarse de arder en las brasas del diablo y los que no, están condenados a sufrir por la eternidad.
Además, mientras recorre las calles buscando a los malos críos, hace sonar pesadas cadenas oxidadas y campanas para alertar de su presencia, provocando que todas las familias se encierren en sus casas a cal y canto. Solo cuando realmente se acerca la Navidad, el Krampus desaparece para abrir paso a San Nicolás, que es el benefactor de los niños que se portan bien.
Los orígenes del Krampus se remontan a las antiguas celebraciones paganas que tenían lugar en los territorios de Hungría y Austria, antes del nacimiento de Jesucristo. Las festividades de fin de año consistían en rendir tributo a los demonios, dejando comida y bebida en las calles, disfrazándose con máscaras y cuernos para salir a bailar a las afueras, esperando que las cosechas del año siguiente fueran abundantes. Era un acontecimiento muy similar a los ritos que originaron Halloween.
Posteriormente la Iglesia lo adaptó para transformarlo en la Navidad actual.
Antiguamente, la leyenda del Krampus se le contaba a los más pequeños para asegurarse de que fueran obedientes y aunque hoy en día está mal visto asustarlos durante la temporada, la tradición perdura en algunos pueblos de Austria, sobre todo. Destaca aquí la pequeña comunidad de Graz, donde cada cinco de diciembre se celebra un gran desfile, donde los jóvenes se disfrazan por el campus y van haciendo sonar sus campanas por las calles, para aterrorizar a los infantes.
Como ves, también Navidad tiene su propio lado oscuro. ¿Habías escuchado hablar de esta leyenda antes?
bn chido
Creo que ya no puedo dormir