Erase una vez la historia de un muñeco llamado William. Este fue hecho con intenciones de parecerse a un niño, pero su fabricante al parecer lo hizo a su imagen y semejanza. Este tenía la ropa de un infante, pero su rostro lucía como el de un hombre a punto de entrar en la tercera edad. Durante mucho tiempo, Ivan, el fabricante lo había conservado, pero por alguna razón extraña el mismo se suicidó.
Su esposa Mave lo conservó hasta que se le ocurrió la grandiosa idea de sacarles provecho a todas las cosas viejas, creaciones y colecciones de su marido. Eran épocas duras y necesitaba pagar algunas deudas, así que decidió hacer una venta de Garaje en su jardín, ofreciendo todo a un precio realmente asequible.
Era una tarde de domingo en el jardín, preparada para deshacerse de todo vio como una humilde anciana se acercó a ella y le dijo:
-Buenas tardes ¿Qué precio tiene el muñeco?
-son 45 dólares.
La Anciana, de nombre Mary le pareció muy atractivo el muñeco, su precio era algo exacto para el estado y la perfecta construcción a pesar de que no se parecía a un niño. Sin duda alguna la anciana tomó el muñeco y se lo llevó a casa convencida de que sería un excelente compañero junto a toda su familia.
Al llegar a casa se encontró con Byron y Jiseth, dos niños hijos de Larry y Lizbeth. Entusiasmada presentó al muñeco:
-Miren chicos ¡El es William!
El padre se sintió sorprendido, aunque la madre aún más. Lizbeth exclamo:
-¡Mamá! ¿Por qué le has puesto al muñeco el nombre de papa?
La anciana sonriente respondió mientras le ponía en la mecedora en la que se sentaba todas las tardes a tejer.
-Simplemente me recuerda a mi Esposo, ahora este será su lugar.
Y así fue como William se integró a la familia. La abuela poco a poco le fue cogiendo mucho cariño, tanto que por 3 años seguidos cogió la tradición de agarrar sólo un día para lavarlo y vestirlo con ropas nuevas para que estrenara pinta nueva cada año. Sin embargo y a pesar de este afecto, los jóvenes no se sentían a gusto con su presencia.
Cada vez que alguno pasaba frente a la mecedora que se ubicaba en el pasillo sentía que el muñeco de alguna manera los veía, como si sintiera su presencia. Tanto fue el terror para los jóvenes que decidieron juntar sus camas en el mismo cuarto y dormir juntos, pues no paraban ambos por individual de soñar con William.
Los padres de Byron y Jiseth se percataron del hecho. Por esta razón le decidieron preguntar a los niños el porqué lo hacían, pero ambos simplemente no le respondieron, temían que dijeran la verdad y se les calificara de demente a ambos.
Un día Byron se paró a orinar, el chico para llegar al baño tenía que pasar por el pasillo donde se encontraba el terrorífico muñeco. Con éxito logró llegar, pero al salir se llevó un terror, pues observó en el pasillo y justo en la mecedora que el muñeco no estaba en su sitio, estaba tirado en el suelo boca abajo mientras la mecedora se mecía lentamente.
Byron no aguantó el llanto y gimiendo llamó a sus papas. La abuela salió primero y se molestó al ver que tiraron a William al suelo. Con un fuerte regaño no le tocó más que irse a dormir con su hermana, quien antes de dormirse con él le pidió que le contara lo sucedido.
Pocos días después la anciana lamentablemente falleció, a los 67 años de edad a causa de una muerte natural inesperada. Los chicos les suplicaron a sus padres deshacerse de William ya que la abuela no estaba, era evidente que ambos no sentían la presencia del abuelo en el muñeco. Ambos estuvieron de acuerdo, pero no de deshacerse, sino de llevarlo al ático.
Pasaron semanas desde el encierro de William arriba del ático, nadie quería saber de él, a excepción de la hermana de la abuela difunta, quien les pidió a los padres que se le obsequiara para tener un recuerdo de Mary. El padre subió al ático, pero al llegar y subir por la escalera se encontró con una sorpresa, el muñeco William no estaba. Toda la familia empezó la búsqueda por cada rincón de la casa durante semanas, pero sin éxito, William había desaparecido.
Una noche Los niños dormían tranquilamente, Byron se paró a las 2 y media de la madrugada a ir por un vaso con agua, pero al abrir la puerta oyó un pequeño golpeteo en el suelo ¡Era William! Cayó al suelo como si estuviera recostado a la puerta. El joven no pudo evitar soltar el grito y los padres corrieron al lugar sorprendidos.
-¡Mañana por la mañana William se irá con la tía!
Llevándose a William a la recámara principal y guardándolo en una gran gaveta de su peinadora durmieron pensando en quien de los dos pillos había escondido el juguete y le había gastado semejante broma. Pero para su sorpresa por la mañana, la gaveta donde había guardado el muñeco desapareció. Este hecho si le pareció extraño, ya que antes de echarle la culpa a los niños recordó el había echado llave al cuarto de la habitación, la misma estaba justo en el sitio que la dejó en la noche, justo en el bolsillo de la piyama que cargaba puesta.
Lo que nadie sabía de William es que el muñeco fue construido a imagen y semejanza del hijo del dueño, el cual murió en un accidente y su rostro se quemó. Durante su funeral, el padre no olvidó la cara con la que quedó su pequeño y decidió hacer un muñeco con él. Sin embargo, el no aguantó el dolor de ver a su hijo tallado en el rostro de un muñeco y se suicidó.
Se dice que el alma del pequeño está en William, otros dicen que es el padre quien alberga el pequeño cuerpo de este juguete. Lo cierto es que está poseído y luego de su desaparición lo más probable es que busque venganza.
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