Érase una vez en un pequeño pueblo, vivía un joven pastorcito que no le gustaba para nada su trabajo, tenía que salir todas las mañanas a llevar las ovejas de su padre para que pastaran en el prado, cosa que veía monótona y muy aburrida.
Cerca se encontraba el pueblo donde la gente cada día se levantaba temprano para trabajar, desde el panadero, el herrero, la costurera, el doctor, el barbero y muchos más, el joven chico nunca estuvo conforme con el oficio que le toco.
Su padre ya se encontraba mayor como para sacar a las ovejas a pastar pero se encargaba de ordeñarlas y trasquilarlas, su labor era muy importante en el pueblo.
Una mañana al joven chico se le ocurrió crear un pequeño juego para matar su aburrimiento, el pueblo quedaba cerca de un bosque donde tan solo habitaban ciervos conejos, hacía años no se avistaban lobos en la zona.
Se le ocurrió algo impensable, primero bajo rápido al puedo gritando; ¡El lobo, el lobo!, todo los habitantes del pueblo se asustaron mucho pero decididos a proteger los bienes del pastor se armaron con lanzas, cuchillos, escobas y rastrillos para enfrentar a la feroz bestia.
En una rigurosa marcha todos se dirigieron a donde se encontraba el rebaño, pero todo parecía estar tranquilo, las ovejas no se mostraban alteras y no había signos de que un lobo estuviera cerca, los aldeanos se encontraban tranquilos ya que no había pasado nada.
Dos días después el chico vuelve a anunciar la llegada del lobo, nuevamente los aldeanos se armaron para enfrentar esta vez a la bestia, todos querían darle fin a tan miserable criatura, pero nuevamente el lobo no estaba.
Estos eventos se fueron repitiendo una y otra vez tanto que los habitantes del pueblo se encontraban cansados de nunca hallar al lobo, una de esas ocasiones los aldeanos encontraron al chico riendo sobre un árbol, lo que despertó la cólera de los aldeanos quienes le dieron la espalda al joven por hacerles perder el tiempo.
El joven muchacho se encontraba nuevamente aburrido, los aldeanos ya no creían en sus mentiras y no tenia de otra que distraerse cuidando a las ovejas, esa mañana pasó algo muy extraño, un gruñido lo alerto rápidamente.
Trato de echar un vistazo y las ovejas se encontraban agitadas corriendo de un lado a otro, un enorme lobo las perseguía y devoraba una a una, el joven pastor no podía hacer nada contra la intimidante bestia, “Los Aldeanos” pensó el joven, ellos defenderían el rebaño de ovejas del lobo.
Corrió tan rápido como pudo para avisar a los aldeanos sobre lo que ocurría, pero esta vez nadie le creyó, todos le dieron la espalda, el chico rogo e imploro, pero nadie caería en su trampa nuevamente, por primera vez el joven pastor comprendió que sus acciones tenían un precio.
Muy triste regreso con el rebaño para intentar espantar al lobo, cuando llego no había ni rastro de ni siquiera una oveja.
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