La región de Jatun Uchcu es un lugar precioso y muy conocido en Perú, debido a la leyenda que vas a conocer a continuación. Aquí, existen yacimientos que todavía no se han explorado del todo, pues son tan profundos que ningún ser humano podría sobrevivir debido a la falta de oxígeno. Además, las personas juran que cuando intentan adentrarse más de la cuenta, pueden percibir sonidos extraños. Iguales a los que hace un toro.
Cuenta la historia que hace mucho tiempo, vivía un indio que había asesinado a su padre. Debido a este crimen tan terrible, las autoridades lo habían arrestado y estaba condenado a pasar veinte años en prisión.
Una noche, mientras se encontraba en la celda, el diablo se presentó frente a él para proponerle un trato. Le concedería la libertad con la condición de que cuando muriera, su alma se convertiría en su esclava. El prisionero aceptó y al día siguiente, como por arte de magia, todas las pruebas que habían reunido en su contra desaparecieron, por lo cual no quedó más remedio que soltarlo.
Así que el indio se regresó a su casa, tan tranquilo y olvidándose del pacto que había hecho, estuvo viviendo de forma apacible por algunos años, hasta que el diablo volvió a presentarse ante él.
—He venido a cobrar mi parte del pacto —le dijo con una sonrisa macabra—, es hora de pagar por tu libertad.
—¿Pacto? Yo no sé de que pacto me hablas —le dijo el indio, haciéndose el desentendido.
—¿Acaso pretendes tomarme por tonto? —le espetó el maligno, mirándolo con rabia.
—De veras don diablo, que no recuerdo haberle prometido nada.
Y el demonio, muy enojado, decidió darle una lección. Se lo echó al hombro y se fue hasta de Jatun Uchcu, donde él sabía bien que había varios tesoros enterrados. Cuando llegaron, el indio vio a un toro enorme que estaba todo hecho de oro, atado a un árbol que daba jugosas naranjas.
—Por tu insolencia, te condeno a permanecer aquí por el resto de la eternidad, cuidando la riqueza de otros —le dijo el diablo—, ¡tienes que sacar a mi toro a pastar todas las noches de luna llena! Y cuidado con tomar alguna de las naranjas, porque si me entero de que has comido o de que no has atendido al toro, te arrepentirás.
Dicho esto, el demonio se retiró de nuevo al infierno y el indio se dio cuenta de que no podía escapar.
Desde entonces, cada noche que la luna se alza completa en el cielo, él toma a la bestia y la lleva a dar un paseo por los alrededores, asustando a los viajeros y a los codiciosos que acechan entre la oscuridad. Muchas personas han intentado apoderarse de los tesoros enterrados en el yacimiento, o coger los frutos del árbol. No obstante es imposible, pues cada vez que se atreven a tocarlos quedan al instante convertidos en piedra.
Y algún día, cuenta la leyenda, llegará alguien que logré vencer al indio y al toro.
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