Hay fechas importantes, así como hay fechas que no quisiéramos recordar, y otras más fatídicas.
Había unas amigas que se conocían de años, todo o casi todo lo hacían juntas. Cierto día de febrero, 29 para ser exactos, resulta que Ana le propone a Lulú y a Martha, jugar un juego, el cual solamente podían realizarlo en ese día para que surtiera efecto.
Este consistía en formar un triángulo con cierta simbología antigua y en el centro el famoso ojo que todo lo ve, en sus esquinas, necesitarían colocar una prenda de cada una de ellas junto con otros artículos.
Ana les explica que su abuela tenia un libro oculto en un baúl muy viejo, debajo de su cama. Su curiosidad la llevo a leerlo y su contenido hablaba de un ser místico, que podía concederte cualquier deseo, pero solo uno. Si se hacía el día marcado, que era el 29 de febrero, tendría la fortuna de cumplirse, y esto la orillo a querer hacerlo junto con ellas para que así pudieran compartir con sus mejores amigas esa dicha de pedir lo que siempre anhelaron.
Tendría que hacerse casi en el primer minuto del 29, a las 00:01. Las tres se entusiasmaron y aceptaron llevarlo a cabo. Colocaron todo tal cual se pedía en el manuscrito del pequeño libro, Ana había hecho dos copias del conjuro para que se recitara al mismo tiempo por las tres, cada una coloco su objeto en los extremos del triángulo, recitaron la letanía escrita, y para finalizar, cerraron el pacto con sangre de cada una de ellas. Al principio dudaron al ver el utensilio con el que se iba a realizar, era una daga, pero Ana les recordó que no tenían que perder el tiempo, así que se tomaron de las manos y cortaron sus palmas, derramando su sangre dentro del símbolo y bañando así el ojo que todo lo ve.
Los segundos se hicieron eternos, no pasaba nada extraño, sin embargo, en un leve suspiro todo se volvió oscuridad, bajo la temperatura y del triángulo comenzó a salir una bruma oscura con forma de animal, que a su vez cubrió toda la habitación. Las tres al mismo tiempo volaron por los aires, literalmente estaban flotando, sus pies no tocaban el suelo. Entraron en un trance que las hizo perder el sentido.
Cuando todo volvió a la normalidad, cada una de ellas tenia una extraña marca en sus palmas. Estaba hecho, ahora solamente tendrían que formular sus deseos y plasmarlos en el libro, y marcarlos con una gota de sangre para que fuera efectivo.
Los días siguientes pensaron en muchas ideas sobre lo que iban a desear. La primera que se animo fue Lulú, y le pidió el libro a su amiga. Ese día por la tarde estuvieron presentes en la petición de ella; plasmó su deseo y lo selló con la gota de sangre. Sus amigas estaban ansiosas por saber , y ella solamente les dijo:
—Ya lo verán.
En los días siguientes no la vieron, cosa que les extraño ya que no pasaba día que no se hablaran. Decidieron ir a buscarla y al llegar a su casa salió una persona muy elegante para darles la bienvenida, e indicarles que pasaran pues ya las esperaban. Al cruzar el umbral todo parecía mágico, como sacado de un cuento surrealista. Ellas quedaron fascinadas y de pronto, apareció Lulú muy contenta y abrazándolas efusivamente. Aquel lugar era tan maravilloso que estuvieron en él por semanas. Sin embargo nada es para siempre, cierto día tuvieron un malentendido y sus lazos de amistad casi terminan, pero se necesitaban para poder hacer realidad sus deseos, y ahí comenzaría el problema pues…
Ana, en su cólera por lo sucedido, pidió su deseo pero ella sola. Todo se encrudeció, ella empezó a convulsionarse, salió un liquido negro de sus ojos, los cuales comenzaron a tornarse oscuros y sin alma. Al terminar se quedó en trance hasta el día siguiente, cuando reaccionó y vio que en su mano se habían añadido tres marcas más además de la suya, que curiosamente formaban un triángulo.
Pasó el tiempo, casi sería 29 de febrero una vez más. Sus amigas siempre la buscaron para pedir sus deseos, pero no se dieron cuenta que ni una de las dos traía ya las marcas. Lulú empezó a decaer, por su rostro se veía el pasar del tiempo como si en esos cuatro años hubiesen sido quince o veinte. Eso era preocupante.
Esa noche sintieron un vínculo con Ana, las tres se veían claramente como si estuvieran juntas. Ana estaba a punto de volver hacer el ritual sola, quería más, aún sin haber pedido nada. Su sangre hervía; entonces se repitió lo de hacía años, pero esta vez, la bruma tomó la forma de un ser descomunal e imponente, cuyas extremidades parecían desprenderse de su cuerpo. Humeaba por todas partes, su piel era rojiza, tenía protuberancias debajo de su barbilla. Sus ojos arrojaban una materia amarillenta que despedía un olor a carne quemada.
Ana se quedó petrificada, no pudo hacer nada cuando la cosa solo la tomó en sus garras y de un tirón la partió en dos, derramando su sangre dentro de el triángulo y las entrañas del ser. Enseguida comenzó a devorarla. Sus amigas estaban en shock. La criatura las señaló al terminar el festín señalo con uno de sus dedos largos, y emitiendo una voz gruesa y cavernosa, dijo:
—Son las siguientes.
Todo quedó en penumbras.
Por la mañana creían haber soñado todo lo sucedido. Lulú regreso a la normalidad, pero con una marca en su mano en forma de triángulo. Salió para ver a Martha e ir a casa de Ana, cuando llegaron solo encontraron la propiedad en ruinas como si nunca hubiera existido. Preguntaron a los vecinos y todos dijeron lo mismo: por la noche hubo un incendio en el que toda la familia pereció.
Asustadas, decidieron ir a indagar a la biblioteca. Resulta que el ritual realmente funcionaba y era muy efectivo, pero lo que no tomaron en cuenta es que al terminar de pedir el deseo, tenían que colocar una ofrenda en agradecimiento: en primer lugar carne cruda en buena cantidad, en segundo lugar, vino y por último algunas monedas de cobre. Si había mas de dos participantes tendrían que ofrendar las tres cosas en la fecha señalada, 29 de febrero, y de no cumplir serían marcadas para sufrir las consecuencias.
Lulú ya había gastado sus dos deseos. Martha estuvo tratando de comunicarse con ella al día siguiente, sin éxito. Al caer la noche sonó su teléfono, era ella y estaba muy alcoholizada.
—¿Dónde estás?
—Tengo días sin salir de casa.
—¿Pero cómo es posible?, fui a buscarte y no me abrió nadie. Voy para allá.
Al estar en camino se le pinchó un neumático dejándola varada en el camino, mas eso no la detuvo. Tomó sus cosas y salió corriendo.
Sin embargo, no se percató de que faltaban solo unos segundos para la hora marcada. Su cuerpo se quedó inerte de manera repentina, comenzó el trance. Vio a Lulú recostada en un sofá. Los focos de la habitación se fundieron uno a uno y la bruma surgió de la oscuridad, tomando aquella forma tan repugnante. Algo había cambiado, en su pecho se veía claramente el rostro de Ana, reflejando un inmenso dolor. El ser se acercó a lulú, la cogió y desgarró su garganta para beber su sangre.
Una risa macabra se dejó escuchar mientras señalaba a Martha. Ella se desmayó…
No volvió a estar consciente hasta un par de días más tarde, en el hospital. La habían encontrado muy mal en la orilla de la carretera y ahora ella tenia la marca en su mano derecha. Los años transcurrieron, faltaba un par de días para que se cumpliera la fecha, pero esta vez estaba preparada y había tomado precauciones. Incluso consiguió el utensilio con el cual habían cerrado el pacto la primera vez, solo era cuestión de tiempo.
No hay día que no llegue, ni fecha que no se cumpla. Ahí estaba ella otra vez, realizando el ritual. Pero no ocurría nada, todo estaba quieto, no había ni una corriente de aire ningún ruido… tal vez todo había terminado.
Apenas se incorporaba cuando un fuerte golpe seco se dejo escuchar dentro del símbolo. El suelo se partía, las paredes temblaban, del centro del triangulo emergía una luz rojiza acompañada. Los rostros de sus amigas se encontraban en el pecho de la criatura, pero ahora su semblante era diabólico, sus rostros reflejaban malicia y sus cuencas estaban vacías.
Martha le pedía que se las devolviera, que ella cerraría el pacto con las ofrendas y algo más. La criatura sonrió y asintió con la cabeza, señalando su corazón, era evidente lo que quería.
Antes de poner un pie fuera del símbolo, Martha clavó la daga cubierta de sangre en su pecho. El pacto se había sellado con la sangre del demonio. Ella se puso de pie y le exigió que liberara a sus amigas. L criatura lanzo una carcajada espeluznante y con una voz muy cruda, recitó unas palabras en algún extraño idioma.
—¿Quieres mucho a tus amigas, verdad? —le dijo, tomando la daga y colocándola entre los rostros de ellas, abriendo sus extremidades y recitando una letanía. Martha caminó hacia él involuntariamente, sus cuerpos se fundieron en un as de luz…
Al reaccionar se encontraba con sus amigas, ellas estaban felices. Al querer abrazarlas se dio cuenta que sus manos eran las extremidades de esa criatura y liberó un grito desgarrador. Había tomado el lugar de esta cosa, ahora estarían juntas para siempre…
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