Marina Lascurain era una bella y acomodada mujer, que vivía en la Ciudad de México en el año 1940. cierto día, la joven viajó hasta Tehuacán para hospedarse en el Hotel Spa Garci Crespo, uno de los lugares más prestigiosos de la época. Llegó enfundada en un vestido rojo, luciendo más preciosa que nunca. Tanto así que el gerente, nada más verla, se enamoró.
Él se acercó a marina desde el primer día para poder cortejarla, esperando conquistarla con sus atenciones. Pero la muchacha era muy difícil de complacer y le encantaba darle esperanzas. en vano.
Llegó el momento en el que el gerente le pidió que fuera su novia, pero Marina solo se rió. El pobre hombre jamás se había sentido tan humillado.
Lo que más le atormentaba, era darse cuenta de como la belleza de la muchacha atraía la atención de todos los hombres. Enfermaba de celos cada vez que otro pretendiente se le acercaba para hacerle regalos o invitarla a salir.
Días más tarde, otro huésped joven y atractivo llegó para hospedarse en el hotel. Desde el primer momento Marina lo vio con mucho agrado y cuando vio que le correspondía, comenzaron a verse. El gerente, al percatarse de lo que sucedía entre ambos, ciego de despecho entró en la habitación de Marina, justo cuando los enamorados se encontraban juntos.
La joven le gritó a su pretendiente que escapara, pues el hombre estaba amenazando con quitarles la vida.
Desgraciadamente ella no tuvo la misma suerte. El gerente la estranguló, desesperado por qué nunca pudo obtener su amor. Y solo cuando vio a Marina tendida en el piso, sin vida, se dio cuenta del terrible error que había cometido. Lo peor era que si alguien llegaba a enterarse del crimen, su hotel perdería prestigio y nadie querría hospedarse nunca más ahí.
Así que en secreto, recogió el cuerpo de la joven y la enterró en una de las bodegas, donde nunca le encontrarían.
Al resto de los huéspedes y empleados les hizo creer que se había marchad, por una supuesta emergencia que se le había presentado en sus vacaciones.
El gerente no conseguía dormir en paz. La cara fantasmal de Marina lo acosaba en cada rincón, en sus sueños y momentos a solas. Incapaz de vivir con remordimientos, decidió quitarse la vida, no sin antes confesar el asesinato en una carta. A partir de ese momento, la gente comenzó a llegar con menos frecuencia a aquel rinconcito de Tehuacán para vacacionar. Los rumores de lo ocurrido horrorizaban a todo el mundo, especialmente los que declina escuchar el llanto espectral de una chica. El lugar terminó por ser clausurado.
Hoy en día, el hotel ya no lo es más, sino que se transformó en la Universidad Interamericana para el Desarrollo. Aún así, hay muchos estudiantes que juran haber visto a una hermosa mujer vestida de rojo por las noches, la cual deambula por los corredores para después ponerse a llorar justo en el sitio en el que fue enterrada.
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