Luriel siendo tan solo un pichón de paloma siempre envidio a las gaviotas siendo criaturas del aire con la capacidad de entrar al mar, su mayor pesar fue observar como otras aves podían nada en al agua sin ahogarse.
Pasaba tardes enteras en la costa observando las hazañas de estas aves, un día Atenas; la lechuza amiga de Luriel se acercó para conocer la razón de ver a él palomo tan deprimido.
—Quiero ser como esas aves, quiero volar veloz como ellos y poder atravesar el mar sin problemas, poder nadar, sentir mis plumas húmedas y luego volver al aire, en cambio aquí estoy siendo una simple paloma que apenas sabe volar—
—No te lamentes por los dones que el creador te otorgo mi joven ave, muchos nacemos con habilidades que nos hacen especiales, pero el hecho de que no poseamos habilidades que otros tienen no nos hace defectuosos, debes aceptarte tal y como eres—
—Pero no quiero ser una paloma que solo sabe volar, quiero más, quiero ser alguien en esta vida—
—No necesitas ser alguien en esta vida porque ya lo eres, eres Luriel, la paloma, mi amigo, eres especial tal y como eres—
—Me gustaría creer eso, pero no, yo quiero nadar—
Luriel abandono a su sabia amiga y partió rumbo a una isla de aves acuáticas, era el punto de anidación de muchas especies sobre todo gaviotas.
Su llegada no pasó desapercibida, cientos de ojos miraban con curiosidad a una paloma de ciudad en una isla como esa, un grupo de gaviotas se acercó a él.
—Que hace una palomita por estos dominios—
—Bueno si soy una paloma, no me gusta serlo y quería ver que se siente ser un ave que puede entrar al agua—
—Has llegado al lugar indicado, mis amigos y yo te enseñaremos hacer eso y más, tan solo debes acompañarnos a alta mar—
Las tres gaviotas junto a la paloma volaron a aguas más salvajes mar adentro, la emoción de Luriel era incalculable, un grupo de gaviotas le enseñaría como nadar.
—Bueno ahora ve al agua, si ocurre un problema nosotros acudiremos en tu rescate—
Luriel se sentía confiado, decidido se dejó caer a toda velocidad, el impacto lastimo gravemente sus alas, el agua inundo sus pulmones, se estaba ahogando, en su desesperación solo podía ver a las aves riéndose del mientras se ahogaba.
Busco la energía necesaria para salir del agua y poder respirar, las gaviotas habían abandonado el sitio, un tronco viejo sirvió se balsa, subió a ella esperando poder regresar a tierra.
Un día y una noche bastaron para llegar a las orillas de una playa, adolorido fue encontrado por un grupo de jóvenes que jugaban, lo llevaron a un albergue de aves para su recuperación.
El tiempo paso y sus heridas habían sanado, pero su orgullo quedo destrozado y lo peor era que había perdido su capacidad de volar, condenado a una vida dependiente de los humanos Luriel se arrepintió de haber despreciado su talento, y haberse dejado influenciar por desconocidos que solo buscaban arruinarlo.
Atenea fui una vez a visitarlo, pero este se negó a hablarle, noto que no podía volar jamás, ella decidió partir y encontrar a alguien quien apreciara sus consejos.
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