La señora Margarita recibía con los brazos abiertos en su pensión a los viajeros y hombres de negocios que se dirigían a la gran Caracas, quienes preferían un ambiente cálido y familiar para pasar unos días mientras arreglaban sus asuntos en la capital venezolana.
— Buenos días señora Margarita — Dijo Braulio inquilino nuevo de la pensión.
— Buen día hijo, venga a comer, tenemos arepas con perico, y un juguito de mango para empezar bien el día —
— Gracias señora Margarita, sin duda extrañare este lugar, me atiende mejor que mi mamá —
— Para mí es un placer atenderlos a todos muy bien para que regresen la próxima temporada, ¡Jaime! Ve a traerme una jarra de jugo que deje en la cocina — Le dijo la señora al joven que trabajaba con ella quien tenía retraso mental.
— Que rico, no sé cómo le hace pero sus mangos son los mejores que he probado, el jugo es otro nivel — Tomo asiento — Señora Margarita estaba por preguntarle que hay en los galpones de atrás, me entro curiosidad por saber que hay ahí —
— Usted si es curioso, la juventud de hoy en día es demasiado curiosa, ahí no se le ha perdido nada — dijo la dueña de la pensión pero sin sonar molesta.
Cuando Braulio regresaba a su cuarto algo le llamo la atención, le pareció ver un niño jugando a la pelota, cuando pensó que lo alcanzaría el niño desapareció. Algo raro pasaba en esta pensión.
— Hola María como estas — Le dijo Braulio a María otra inquilina.
— Excelente y usted cómo le va —
— Sabes me llamo la atención un niño que pasea por la pensión hoy lo volví a ver pero se esfumo tú lo conoces — Pregunto el muchacho.
— Aquí no hay niños Braulio, será algún vecinito — Braulio quedo pensativo.
Esa noche algo despertó a Braulio, se sentía observado, cuando escucho unas risas provenientes del pasillo, cuando salió de su habitación observo como un patín de niño era dirigido desde la puerta de su cuarto hasta los galpones, tenía mucho miedo pero no dudo en seguir al patín.
Al llegar al galpón encontró varias ajas, dentro de estas un álbum de fotos donde se podía ver a la dueña de la pensión con un niño, pensó que nunca le fue mencionado que ella tuviera un hijo, buscando más entre las cajas encontró varias identificaciones, eran de personas desaparecidas, casos famosos.
— Tú no tenías por qué revisar lo que no es de tu incumbencia Braulio — Margarita sostenía un machete e intento cortar la cabeza de Braulio.
Braulio corrió, ahora todo quedaba claro, la dueña de la pensión era la asesina.
— Jaime ayúdame, Margarita es una asesina — Jaime asintió, eso le reconforto a Braulio.
Cuando volteo para ver de dónde vendría Margarita, fue golpeado en la cabeza con una pala por Jaime.
— Despierta bueno para nada — Braulio algo aturdido y confundido intento abrir sus ojos, intento hablar pero no pudo.
— Veo que descubriste mi secreto, porque tengo los mejores mangos, es porque les doy el mejor abono, carne humana — Estallo en risas — La verdad es que ese fantasma me sorprende mucho, siempre hace lo mismo, tratando de salvar a la gente, pero me quita clientes potenciales, es una molestia —
Jaime comenzó arrojando tierra al hoyo donde estaba Braulio, lo enterrarían vivo.
— Yo era muy joven, pensé que un hombre resolvería mi vida, pero no fue así, me embarace de un bueno para nada que no me aprecio y se fue con otra, yo le quite a su hijo, luego también lo mate a él, y lo sigo haciendo con todo aquel que me moleta —
Entre los dos comenzaron a llenar el hoyo, la desesperación de Braulio era inmensa pero no podía desatarse, su destino era fatal
Varios días después.
— Bienvenidos, aquí tendrán un segundo hogar, buena comida, y la especialidad de la casa, jugo de mangos —
¡Sé el primero en comentar!