La siguiente leyenda es muy conocida dentro del municipio mexicano de Hidalgo, en el estado de Tamaulipas. Existe en este lugar, protegido por los pinos de la Sierra Madre Oriental, un sitio conocido como el santuario de la Virgen del Chorrito, donde se rinde homenaje a la Virgen de la Gota de Agua. Se supone que hace cientos de años, la susodicha virgen se apareció debajo de la Cascada del Chorrito, esculpida sobre una piedra. Desde entonces, los lugareños hicieron construir una iglesia en su honor y también es habitual que vayan hasta la cascada a dejarle algunas ofrendas, pues es una imagen muy milagrosa.
Hace muchos años, una madre del pueblo estaba desesperada por el estado de salud de su hijo. Al niño le habían diagnosticado cáncer y ella no tenía dinero para pagar por el costoso tratamiento que debían suministrarle en la ciudad. Una de sus comadres le aconsejo que acudiera a ver a la virgen y le pidiera un milagro; eso sí, tenía que darle algo a cambio.
La mujer acudió a la cascada y tras pronunciar una oración, le hizo una promesa a la virgen:
—Si permites que mi hijo recupere la salud, me ocuparé de que se haga monaguillo y se dedique a servir en tu iglesia.
Poco tiempo después, milagrosamente, el infante se recobró de su enfermedad. Los médicos se quedaron perplejos al observar que todo rastro de cáncer había desaparecido, sin explicación alguna. Su madre era la más dichosa.
Lamentablemente, pasaron las semanas y nunca se acordó de cumplir su promesa. Un buen día, ella y su hijo regresaron a la cascada junto con otros lugareños, pues eran las fiestas locales. A mitad de la celebración, el chiquillo se extravió y todos se organizaron en grupos para ir a buscarlo.
Invadida por un mal presentimiento, la madre se dirigió a la gruta bajo la cascada donde habitaba la imagen de la virgen. Lo que encontró allí la llenó de asombro y terror. A un lado de la virgen se hallaba el cuerpo de su hijo, completamente convertido en piedra.
No se sabe lo que ocurrió con la mujer después de semejante escena. Lo que sí, es que los pobladores de Hidalgo cuentan que lo que pasó con su hijo, fue un castigo por no haber cumplido lo que prometió. Y por eso, cuando ellos acuden a la cascada, nunca se olvidan de llevar un obsequio.

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