En la granja del tío Pepe existe una gran variedad de animales domésticos y salvajes. Un día hacen una reunión para decidir quién podía liderar la granja.
Al principio todos querían dar órdenes, todo era gritos y algarabía. Sale el gran elefante caminando muy gracioso ,moviendo su cola y parando su trompa:
—Yo sería unagran líder porque soy grande y fuerte.
Sale el gallo:
—Kiqui, kiquiri, tú no podrías porque le temes a Tomás, el Pequeño Ratón que solo es algo indefenso. Yo podría ser, soy un gran cantador, paro a mi amo puntual con mi gran canción.
—No, no, tú no puedes ser —dice el gran león— porque lo que haces es aturdir a los demás animales, yo seré un gran líder, por algo soy el rey de la selva.
—Pero aquí no es la selva —dice el gato— estamos en la granja del amo Pepe , yo sí puedo ser un gran líder —maúlla—, yo entro a la casa de mi amo y su familia, me miman y me acarician.
—Tú no puedes, solo piensas en ti —dice el perro— guau guau, yo soy fuerte, leal y cuido la granja mientras todos duermen.
Todos dicen:
—¡Es verdad!
Sale el caballo relinchando:
—Pero a veces tu sales a cazar con el amo y duras varios días sin estar en la granja, necesitamos un líder que nos escuche, que nos comprenda y que haga saber a amo lo que necesitamos, y tú no puedes.
Al rato todo era una gallera: la gallina cacaraqueaba, el loro repetía lo que decían, no se entendía nada hasta que la oveja dijo:
—Alguien viene, silencio.
Llega el hermanito del tío Pepe, era un niño de nueve años que comprendía su lenguaje, podía escuchar lo que cada uno decía.
—No tengan miedo, yo los ayudaré y se lo haré saber a mi hermano, yo seré su líder.
Entonces todos tuvieron de acuerdo, cada uno le comunicó sus quejas y lo que necesitaban en el establo dónde todos habitaban. Pusieron fin a la reunión y celebraron el gran acontecimiento de su nuevo líder, un ángel de la guarda que ayudó a todos los animales domésticos y salvajes .
Pasando los días empezaron a ver las mejorías, el caballo pidió mejor trato y mejor comida y así fue. El león pidió mejor carnada, los patos pidieron una mejor laguna para nadar, cada animal quería algo mejor y su ángel así lo cumplió. Todo era paz y armonía en aquel lugar llamado la granja del tío Pepe, a la cual los animales amaban por sobre todas las cosas y admiraban con gran devoción.
—¡Qué felicidad! —decía el pollito— ¡Pio pio!
El pequeño iba cada día a reunirse con los animales para que le hicieran saber cómo se sentían en aquel nuevo lugar, donde reinaban el amor y el respeto entre todos.



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