Esta historia está basada en hechos reales contada por la señorita Yolanda. Hace veinte años la madre de Yolanda se había muerto, fue una época bastante triste cada vez que se recordaba. Recuerda que después de que ella falleció pasaron momentos muy extraños y difíciles de explicar. La casa donde ellos vivían en esa época era muy rara, siempre se escuchaban ruidos de mujeres riendo en el patio, platicas y también como si alguien caminara o corriera. Después de las nueve de la noche Yolanda se encerraba.
Ella vivía en Totolinga San Lorenzo México, se cuenta que ahí se dice que en la época de la revolución mexicana. Pasaban soldados y estos mataban a muchas personas entre inocentes, dejándolos tirados en barrancos y nadie pasaba por ahí lo hacían de una manera cruel. Regresando al tema Yolanda tuvo que pasar por momentos de miedo, desde una mujer llorando la que conocemos como la famosa llorona. La mamá de Yolanda no batalló su enfermedad, la glicemia la estaba consumiendo poco a poco hasta que después del viernes santo murió.
Le hicieron su funeral y a partir de esa noche se empezaron a escuchar llantos y voces que no parecían provenir de una persona. La casa donde ellos vivían era muy modesta y humilde las puertas eran unas tablas de madera y todo se podía escuchar de un cuarto a otro. En los rezos de la mama de Yolanda los perros empezaban aullar muy feo, ya ella no podía más y decidió buscar ayuda. Un amigo de ella iba a un templo espiritual y le regaló un bálsamo, donde tenía que derramarlo con rosas blancas por toda la casa mientras que rezaba.
Escuchara lo que escuchara tenía que seguir rezando, Yolanda creía mucho en eso y pensaba que exageraba pero no le dio importancia. Una noche mientras que Yolanda dormía con su marido Carlos, los dos escucharon un ruido raro en el techo que estaba hecho de puro aluminio. Era como si alguien estuviera aruñando el techo, cuando de repente Carlos se percató que había entrado un buitre a la casa. Era todo negro y apestaba como a carne podría a sangre seca, Yolanda estaba aterrada y tararon de sacar a ese pájaro de ahí.
No solo pasó eso, también se escuchó la voz de la mamá de Yolanda que llamaba a la hermana desde el otro cuarto, donde ni ella ni los hijos de Yolanda habían recibido bautizo. Pero era imposible que fuera la madre ya que había muerto hace cuatro días atrás, la voz sonaba increíblemente parecida a la de ella. Todos empezaron a rezar, menos Carlos que como era muy grosero hasta maldijo a esa voz y ese pájaro. Ya sentían que no era solo una bruja sino varias, trataron de cerrar la humilde puerta pero de repente se metieron muchas manos en las rejas tratando de entrar.
Se decía que para que las brujas pudieran entrar a una casa, había que invitarlas y era imposible que entraran porque nadie las había invitado. De pronto se escucharon varias gallinas que se montaron en el techo como si fueran a bailar. No recordaba cuanto tiempo había pasado porque estaba pendiente de los niños chiquitos que estaban con la hermana en el otro cuarto, tratando de no ser persuadida por esa voz que intentaba entrar a la casa. Carlos continuaba maldiciendo y de repente se escucharon muchos gallos, hasta que uno de esas gallinas pesadas se cayó ya que el techo no aguantó su peso.
Lo bueno fue que se había caído en la parte de a fuera de la humilde casa, esa noche nadie pudo dormir por la preocupación. Yolanda estaba protegiendo sus niños, no quería que nada malo les pasara. Al otro día ella le contó a su amigo lo que ocurrió, él le preguntó si había seguido las instrucciones de pasar el bálsamo por los pisos mientras rezaba. Yolanda le contestó con toda sinceridad que no había pasado el bálsamo por el piso, que solo empezó a rezar.
El amigo le aseguró otra vez que las brujas solo podían entrar si ella las dejaba pasar, así que tenía que tener cuidado y hacer lo que le había mandado el amigo. Al otro día Yolanda, la hermana y Carlos empezaron a regar ese bálsamo por toda la casa con las rosas y comenzaron a rezar todo lo que podían. Pero poco después de los primeros rezos se escuchaban los aullidos de los perros que sonaban como si hubiesen visto a alguien pasar por ahí. Todos sabían lo que estaba pasando y tenían mucho miedo, pero Yolanda se había acordado del consejo del amigo.
Que no importara lo que pasara, siempre tenía que rezar y nunca parar. La situación no mejoraba todos escuchaban los mismo lamentos, llantos y como risas al mismo tiempo. Ya la situación se había vuelto insostenible nadie podía dormir bien y el pero miedo era que se llevaran sus niños. Para el otro día todos se reunieron para apoyar la idea de vender la casa y salir de esa horrible pesadilla humana. Todos estaban de acuerdo y las dos hermanas la vendieron por un precio muy económico.
Eran muy tontas e ingenuas y no sabían que la casa valía mucho más que lo que le dieron por ella. Pero a nadie le importaba el precio, ellos solo querían salir de esa casa de horror que solo había aterrorizado a toda la familia. Al mudarse de la ciudad de Naucalpan, la familia sentía un enorme alivio y todos estaban más contentos. Ahora no sentían ni escuchaban esas terribles voces oscuras, nunca supieron que era o lo que querían. Pero a pesar de eso Yolanda seguía soñando con su madre donde aparecían las brujas, tratando de entrar a la casa vieja donde vivían para llevarse las almas de sus niños.
Esa experiencia la había aterrorizada hasta ese punto, pero poco después bautizó los niños y empezó a rezar por el alma de la madre, sin importar si las brujas iban a aparecer. Ya ella se sentía más segura con su familia en el nuevo hogar.
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