La tierra de Polinesia es hasta hoy en día un lugar con una mitología muy diversa, gracias a la cual podemos conocer criaturas fantásticas y los orígenes de cada una de sus islas. Una de sus leyendas cuenta que hace siglos, existía un reino llamado Hawaiki, en el cual habitaban dos amigos: Kupe y Hoturapa.
Ellos habían sido muy unidos desde niños pero cuando se enamoraron de la misma mujer, su relación no volvió a ser la misma. Kupe se llenó de envidia cuando Hoturapa logró casarse con Kuramarotini, la joven a la que ambos amaban.
A pesar de sus celos, Kupe fingió alegrarse por su amigo y en secreto trazó un plan para poder quedarse con Kuramarotini.
Cuando ambos salieron al mar para pescar, Kupe convenció a Hoturapa de lanzarse al agua para atrapar peces. Él se aseguraría de sostenerlo con una cuerda que ataría a la barca. Pero cuando el joven estaba pescando, Kupe la cortó y huyó a toda prisa hasta el puerto, dejando que se ahogara.
Los familiares de Hoturapa lloraron mucho por su suerte, pero nadie acababa de creerse que aquello hubiera sido un accidente. Sospechaban de Kupe, pues sabían que su amigo era un excelente pescador.
Al darse cuenta de esto, Kupe decidió escapar antes de que pudieran acusarlo de nada. Raptó a Kuramarotini y robó una barca para irse muy lejos de Hawaiki. Por muchos días estuvo navegando sin descanso hasta que en el horizonte, apareció una enorme y hermosa isla a la que nombró como Aotearoa, en la cual desembarcaron.
Mientras Kupe se encontraba explorando los alrededores, vio un enorme pulpo que descansaba en medio de una cueva. El animal, asustado al ver aproximarse una barcaza con seres humanos, quiso retroceder, pero Kupe lo atacó con su anzuelo.
Esto ocasionó que el animal tomara su canoa con sus grandes tentáculos, para tratar de hundirla. Kupe, astutamente, cogió un cubo de madera y lo arrojó al agua para distraerlo. El pulpo soltó su barca y fue tras el objeto, pensando que era él que se había arrojado al mar.
Cuando se dio cuenta de la trampa era demasiado tarde, Kupe se encontraba detrás de él y le clavó el anzuelo de manera mortal, dejando que se perdiera en las profundidades.
Una vez librado de la amenaza, el joven retornó a su balsa para continuar explorando aquella isla tan bella. Se dio cuenta de que estaba deshabitada.
Ahí, Kupe y Kuramarotini estuvieron viviendo por un tiempo, hasta que el muchacho sintió que ya no había temor de regresar a Hawaiki. Al regresar, buscó a sus conocidos y los convenció de que fueran con él a Aotearoa, donde podrían habitar tierras muy vastas y hermosas.
Un grupo de personas armó sus balsas y viajó hasta el lugar para asentarse con sus familias. Allí prosperaron, construyeron pueblos y vivieron por muchas generaciones, sin volver a navegar por el océano.
Hoy, esta misma isla es la que conocemos como Nueva Zelanda, uno de los lugares más hermosos del mundo.
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