En mi pueblo había una leyenda que se pasaba de boca a boca, de generación en generación desde hace unas décadas, en general, era solo una leyenda local que no podrías escuchar en otros lugares, aparte de pueblos vecinos y por supuesto, mi propio pueblo.
La leyenda decía que cada 127 años, en la zona del parque principal del pueblo se podían ver sombras extrañas andar sin explicación alguna y que muchas veces llegó a desaparecer gente en esas fechas.
Esas sombras ya eran parte de las leyendas de los antiguos indígenas que vivieron en los años anteriores a la conquista, y que se supone dejaron como advertencia no ir a dicha zona en las noches del año aniversario. La realidad es que no había mucha información al respecto.
La leyenda en parte daba algo de curiosidad a los más osados. Hace unos años, con mi grupo de amigos en el colegio hacíamos planes imaginarios, sobré ir a ver las sombras extrañas y tomar una foto como diversión, pero eso pasó cuando éramos solo niños de primaria, hoy en día esos planes podrían volverse realidad.
Era 2008 cuando esto ocurrió, yo tenía 15 años y había terminado el colegio juntó con mis amigos, se suponía que este año sería el aniversario para la anomalía de la leyenda. Habían pasado 127 años desde el último registro de avistamiento de las sombras.
—Entonces… ¿Lo haremos? —me pregunta Alexa al ver que estábamos decididos a ir.
Mi grupo de amigos consistía en un grupo de 5 personas, entre ellas, Alexa.
Los demás eran José, mayor que yo por 2 años, era como un hermano para mí; Juliana y Carlos, quienes eran pareja desde la secundaria, nos llevábamos bien desde la primaria y teníamos la misma edad.
Mis amigos y yo no lo teníamos planeado del todo en realidad, solo sería un ir, mirar y volver en pocas palabras, la razón de esto es un poco compleja. Antes, cuando todavía éramos niños, podíamos creer en la leyenda con total seguridad, incluso investigamos sobre las personas desaparecidas y sobre los relatos de los antiguos indígenas de la zona; fue un pasatiempo que tuvimos por meses en primaria y secundaria, mas ahora ya no era lo mismo.
Tal vez se deba al hecho de que hemos madurado, o simplemente ya no nos apasionaba como antes, pero esto era algo que tenía que ocurrir tarde o temprano.
Lo único que me motiva a seguir, y creó que a mis amigos también, es el morbo y el aburrimiento de saber que pasa en este lugar. Algo que ocurre cada 127 años… eso era más de lo que alguno de nosotros vivirá algún día, y yo no pensaba perder la oportunidad.
—No hay mucho por hacer, no tendremos jamás está oportunidad —le respondí a Alexa.
—¿Pero en teoría la anomalía ocurrirá todo el año no es así? —Juliana, como buena amiga de Alexa parece querer ponerse de su parte en la conversación.
—No encontramos datos reales de ello, los reportes de las sombras fueron muy pocos y señalaban a días muy alejados entré sí —Luis a su vez se pone de parte mía.
Dentro de mí me di cuenta de que esto no tenía sentido, probablemente para la parte del grupo que se negaba a ir sí lo tenía, pero para Luis y para mí, era algo que pasaría sin importar que.
—¿Acaso tienes miedo, Alexa? —le pregunté de forma burlona.
—Claro que no, pero me parece algo ridículo perder el tiempo en algo como eso.
Su respuesta fue sólida, no mostraba signos de estar mintiendo en lo más mínimo.
—Alexa… ¿Te perderás está oportunidad solo porque te parece ridículo?
Yo iba a ir sin importar que, aunque sabía que no sería lo mismo sin mis amigos, por eso trate de convencer a Alexa.
—No cambias ¿no, Jared? —Alexa me miró con algo de desprecio después de decir mi nombre, casi como si sintiera pena por lo que decía— Está bien, voy a perder mi tiempo por esta ridiculez con la condición de qué me darás 100 dólares sí no encontramos nada raro.
Esta era una apuesta muy desfavorable. Justo como Luis había dicho, no encontramos datos reales sobré los días exactos en los que ocurría la anomalía, pero teníamos una hipótesis.
—Está bien, acepto, Alexa.
—Trato hecho, Jared.
Y así, la noche llegó. Eran las 9 de la noche, Luis y Carlos prometimos reunirnos en mi casa para partir al parque principal, pero antes prepararíamos unas cosas.
—¿Tienen todo listo, chicos? —nos pregunta Carlos.
—Por supuesto. Linternas, refrigerios, 3 cámaras, y demás cosas.
Todo estaba en su lugar repartido entre nuestras mochilas, ahora partiríamos al parque.
—¿Creen que encontremos algo? —preguntó Luis.
—Probablemente, la leyenda es tan famosa por algo ¿no crees? —aseguraba Carlos.
—Es verdad —y yo también lo hice.
Luis y Carlos eran mis amigos más preciados, sabía que podía confiar en ellos para algo como esto. Ninguno titubeó alguna vez.
A las 10:26 llegamos al parque principal, tenía por nombre «El parque de la calamidad», un nombre un tanto extraño para un parque, pero al mismo tiempo un presagio de lo que podría ocurrir.
A lo lejos divisamos a las chicas y nos dirigimos a donde ellas.
—¿Se tardaron mucho no?
—Tal vez un poco.
El ambiente era el de siempre, incluso Alexa era la de siempre, aun cuando me miró dé esa forma tan exagerada y propuso aquella apuesta hace unas horas.
El tiempo pasó y tras comer el refrigerio no ocurrió nada sobrenatural, Alexa tenía una sonrisa en su rostro, tal vez pensando que iba a terminar ganando la apuesta.
Debo de admitir que es una chica con mucha avaricia.
En un abrir y cerrar de ojos pasamos de las 10:26 de la noche a las 11:56, y en todo ese tiempo no ocurrió nada alarmante. Ni siquiera un ladrón se asomó.
—Bueno, ya va a ser media noche, ¿qué creen qué vaya a pasar? —les pregunté a todos en el grupo mientras esperábamos a que se hiciera más tarde. Habíamos prometido quedarnos hasta las 03:00 de la mañana, por lo que todavía quedaba tiempo.
El parque a estas horas era tétrico, no había nadie más. Probablemente por la leyenda o simplemente porque era muy tarde, la verdad es que no dejaba de ser curioso.
Un segundo después de hacer la pregunta, escuchó una voz desconocida que me estremeció con solo escucharla.
—No estoy muy seguro…
Me quedé inmóvil. Algo extraño me había hablado.
—… ¿chicos? —me volteé a verlos y también al parque. No había nadie más aparte de nosotros y la inmutable oscuridad de parque— ¿Escucharon esa voz? —les pregunté.
—¿Cuál voz? —la voz que había escuchado antes volvió a escucharse.
Algo extraño estaba ocurriendo.
A pesar de todos los planes que hicimos de niños, ahora que recuerdo, ninguno de ellos hablaba sobre como actuar frente a un posible peligro.
Tal vez por reacción natural, solté un grito hacía mis amigos.
—¡Chicos!
—¿Q-que sucede? —me preguntó Alexa—, no irás a tratar de asustarme con tus gritos para ganar la apuesta ¿no?
Estuve a punto de advertirles sobré la voz, pero fui interrumpido por un dolor intenso en mi cuerpo que evitó que hablará, en ese momento Luis notó algo.
—Miren…
Luis apuntó, no al parque, sí no a un edificio al lado de este. Era una sombra.
—Imposible…
No había ninguna luz que pudiese hacer una sombra de ese tamaño, ni nada que tuviera esa forma, nada que fuera de este mundo por lo menos; gran gran parte del edificio se encontraba sumido en algo incluso más oscuro que el negro. ¿Era eso una sombra?
Sentí una mano posarse sobre mi hombro y escuché un susurro en mi oído.
—¿Nunca te dijeron que no debías jugar con tu sombra?
—¿Mi sombra…?
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