ACTO I
Personajes en escena: Hearton y Abbi
El tiempo parecía estar acompañado por el canto de los pájaros. De buena mañana, a la hora del desayuno y con un tiempo envidiablemente soleado, Abbi y Hearton se encontraban en un jardín. Sentados encima de una manta típica de picnic, a cuadros.
Abbi acomodaba su cabeza en el torso de Hearton. Los dos estaban sentados, disfrutando de la comida que habían traído, un zumo de naranja, uvas, frambuesas… . Los dos sentían que estaban en una octava maravilla que pocos privilegiados alcanzarían a reconocer.
– Abbi: Me encanta que haga este tiempo. Deberíamos de reverenciar al Sol que está por encima de nosotros, regalándonos este preciado momento que no olvidaremos nunca.
Hearton, acaricia los cabellos largos de Abbi. Cada vez que escucha su voz, parece que siente esos escalofríos que ocurren cuándo comentan que un espíritu te atraviesa. Pero el único espíritu que está recorriendo todo su cuerpo es el de él mismo. Vibrante, con ganas de hacer el amor en mundo entero.
– Hearton: Pues eso espero. Porque de no ser así no hubiese tenido mucho sentido ésto.
Y entonces, Hearton mete una de sus manos en su bolsillo del pantalón para sacar entonces una caja azul aterciopelada. Esa caja tenía el tamaño exacto que suelen tener la gran mayoría de cajas de compromiso. La dejó caer sobre la falda alargada y roja de su amor Abbi.
– Abbi: Pero… ¿qué es esto?
– Hearton: Se puede percibir, pero no lo sabrás hasta que no la abras.
Hearton pudo apreciar que a Abbi le comenzó a temblar el pulso. Sabía que estaba viviendo uno de esos momentos importantes que pueden tener las personas en su vida, se sentía un privilegiado porque de la vida que vivía un dicho momento así no era la de una persona común, sino la de Abbi. Su preciosa, fortuita y amada Abbi.
– Hearton: A tu padre seguro que le parecerá muy bien esta idea… .
– Abbi: ¿Bromeas? ¡Le va a encantar!
El furor del momento había invadido cada nervio de Abbi. Eso hizo que sus brazos se abriesen de alegría para recibir al que se había convertido en su prometido, su futuro marido.
ACTO II
Personajes en escena: Ito y Hearton
Hearton estaba seguro que de esta forma se ganaría la simpatía de su padre. Al principio de conocerse, Hearton sabía que no le había caído lo suficientemente bien. Se dio cuenta de que le miraba por encima del hombro mientras fumaba uno de esos puros que le llevaban a su paraíso. Eran de edición limitada, pero ilimitada era su ritual diario con ellos. Ahora mismo, Hearton se encontraba en el despacho de su padre para pedirle la mano a su hija. Éste le miraba como siempre o peor. Se notaba muchísimo que se sentía molesto por su visita.
– Ito: Hearton…
Ito dio una calada a su puro desde detrás de su escritorio. A su vez, Hearton se sentó en la silla libre que había para hablarse de cara a cara con su futuro suegro oficial. El humo le daba en la cara a Hearton.
– Hearton: Hola señor, ¿cómo estás?
Ito no respondió a la pregunta de Hearton. Se limitó a ofrecerle un puro a Hearton, pero a éste no le gustaban.
– Ito: Gracias señor, pero… no me apetece ahora mismo.
– Hearton: Ito, no me jodas. Coge uno y conviértete en un hombre de una vez.
Esa reacción a Hearton le caló un poco hondo. Él siempre se había sentido como un hombre, por lo que un comentario con ese tono consiguió que se pusiese algo rojo. Terminó cogiendo el puro y Ito le dio fuego en cuanto este se posó en la boca de Hearton. Tosió como un condenado tras tomar la primera calada.
– Ito: Vaya por Dios Hearton. Tienes unos pulmones de niña… . En fin, ¿qué es lo que te trae por aquí?
– Hearton: Pues verá señor, la causa de mi visita es…
Hearton cogió la caga vacía de compromiso y la colocó sobre el escritorio.
– Hearton: Es ésto.
Ito le miró con el ceño fruncido. Le miraba, pero después bajaba la mirada para entonces mirar la caja aterciopelada de color azul. Su semblante pereció haberse quedado un tanto paralizado, estaba estático mudo. Hearton no sabía muy bien que hacer en esos momentos, si quedarse callado, decir algo o salir corriendo.
– Hearton: ¡NO!
Hearton se cobijó sobre sí mismo por el grito que Ito echó al tejado. A la misma vez Ito cogió la caja, la tiró con fuerza hacia al suelo y ésta terminó abriéndose por el golpe. Eso, tenía mucho que decir en contra de Hearton según la lógica del padre de Abbi, Ito. Señaló la caja con furia.
– Ito: ¡¿Qué significa eso?! ¡¿Y qué hace vacía?!
– Hearton: Ya le he pedido la mano…
– Ito: ¡Insensato! Si te crees que vas a casarte con mi hija, crees mal pequeño desgraciado… . Ella merece mucho más de lo que tú puedas darle, ¡porque tú no puedes darle nada!
– Hearton: Pero…
– Ito: ¡NO! ¡Cállate! Me vas a escuchar… . Ahora mismo, vas a desaparecer de mi vista. Vas a ir a tu casa, a coger toda tu maldita, tu barata ropa y la vas a meter en tus malditas maletas. Después de eso, lo que vas a hacer es coger esa maleta, caminar hasta el aeropuerto. Allí tendrás uno de los billetes más caros que tú jamás podrás pagar en cuánto le digas tu nombre a la recepcionista. Yo mismo te los pagaré y…
Ito estaba de pie, cerrando los puños con tanta fuerza que parecía estar haciéndose daño a sí mismo de la misma rabia que parecía haber en su interior.
– Hearton: ¿Y entonces qué señor? ¿Pretende que le parta el corazón a su hija?
Fue entonces en esos momentos cuándo Ito dejó de apretar tanto sus puños hasta relajarlos de golpe.
– Ito: No. Te casarás con ella.
– Hearton: ¿De verdad señor? ¿Tengo su bendición?
– Ito: ¡Jamás tendrás mi bendición maldito! La tiene ella. La bendición es sólo para mi hija, tú sólo espero que le des todo lo que ella quiera o terminarás viéndote un bala en tu cerebro, ¿¡entendido!?
–Hearton: Entendido, señor…
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